Chacumbele no quiere aliados sino siervos
En su show del domingo pasado, Yo-El-Supremo le entró a piña a sus aliados y no hubo argumento despectivo que no utilizara contra ellos. Pero no salgo en defensa de ellos, porque en fin de cuentas no tengo velas en ese entiero, sino evoco la idea de democracia que manipula Chacumbele. ¿Cuál es el fondo de los insultos lanzados el domingo? «Ustedes no reconocen mi liderazgo» y «No quisieron meterse al Psuv cuando yo se los ordené». O sea, la revolución es Chávez. Asumir su liderazgo pero reservarse el derecho a expresar cuando lo aconsejen las circunstancias, discrepancias con El Único, abogar por un debate democrático en el seno del oficialismo, sería prácticamente «desconocer el liderazgo». A Chacumbele no le cabe en la cabeza la idea de que el pudiera ser simplemente el primero entre sus iguales, un dirigente que debe debatir con sus partidarios y ganar o perder debates, sin que eso ponga en riesgo su liderazgo. Pero eso no va con él. Discutirle es desconocerlo. El autoritarismo, es, en el fondo, tan inseguro de si mismo que equipara todo desacuerdo con una amenaza a su mando. Igualmente, también les pasa la factura por no obedecer su orden de disolverse e integrarse al PSUV. Eso es todo. ¿No me hicieron caso? ¡Ahora jódanse! Recuerda uno a Stalin con su famosa concepción de que «el partido se fortalece depurándose». Los que van quedando son los «puros», pensaba Stalin. La verdad es que fueron quedando los «putos», no los puros; los mediocres, los adulantes, los cobardes, los cazadores de güires. Con esa materia humana no se llega muy lejos. Chacumbele no quiere aliados sino siervos.