Chantaje, por Simón Boccanegra
Aquí hay que romper ese chantaje que el talibanismo cree poder ejercer sobre todo aquel que no actúe conforme a las líneas que traza el energumenismo inútil que pulula en torno a la plaza de Altamira y desde algunos medios. Américo Martín se atrevió a insinuar que el paro debía ser «flexibilizado» y fue crucificado por los custodios de la «pureza» opositora. Ahora Eduardo Fernández y el Director de TalCual han sido víctimas del mismo operativo chantajista. Pero de ese sector tal conducta no extraña. En cambio, sí llama la atención que algunas personas que pueden suponerse democráticas y avisadas piensen que los contactos con el gobierno son monopolio del grupo de negociadores y que cualquier otro contacto es non sancto y «divide» a la oposición. Es curioso que quienes han aceptado la división de la oposición por parte de cenáculos golpistas y jamás han tenido el coraje de desmarcarse de éstos (y algunos hasta participan de ellos), ahora insurjan, algunos hasta con argumentos sedicentemente morales o éticos, en defensa de la «unidad» de la oposición. ¡Se ven unas vainas!