Chávez crítico de cine, por Simón Boccanegra
De CAP dijo una vez Gonzalo Barrios, cuyo ingenio corría parejo con su cortante lengua, que para ser perfecto le faltaba «un poco de ignorancia», tal era la propensión del «Gocho» a desbarrar sobre cualquier tema divino o humano. De Chávez, que es un clon de CAP, podría decirse lo mismo. En estos días dijo que quienes trabajan el cuero son llamados «ebanistas» –y para ratificarlo solicitó en cámara la opinión de Diosdado, quien ni de vaina se iba a atrever a decirle que no, que se denominan «talabarteros». Pero lo que hizo el domingo, a propósito del respaldo que le brindó Román Chalbaud, fue realmente esperpéntico. Eso de elogiar a Román, que encontró en la vida marginal y en el lenguaje de sus «pequeños seres» una de sus fuentes de inspiración, oponiéndolo a unos supuestos cineastas de «prostíbulo y obscenidades», deja como un Pico de la Mirándola a CAP. Refirió que una vez llevó a sus hijos adolescentes a ver una película nacional y aquello le «daba pena, un burdel y unas groserías». Seguramente se había metido a ver «El pez que fuma» o La gata borracha», dos de las obras maestras de Román, ambientadas, precisamente, en burdeles y plagadas de expresiones propias del habla malandra. Por lo visto, todavía no sabe que son de Román.