Chávez y los chavecitos, por Teodoro Petkoff
¿Qué hay de común entre el allanamiento a la Torre de la Prensa por varios militares para decomisar un rollo de fotografía, la operación comando de Semtei y la decisión de Chávez de “mudar” las reservas internacionales del país de los bancos norteamericanos a los europeos? Lo que hay de común es el abuso de poder, la arbitrariedad como estilo de gobierno y el más descarado ultraje a las leyes y a la Constitución.
José Vicente Rangel, refiriéndose a la acción de Semtei, dijo que más que un exceso había sido una estupidez. Tiene razón, desde luego, pero Rangel no percibe que esas “estupideces” son alentadas por el propio Presidente, quien no se cansa de cometerlas, estimulando con ello la conducta de sus subalternos. Chávez ha instaurado la arbitrariedad como estilo de gobierno. Tibiamente regañó ayer a Barreto. Pero si hubiera sido al revés y un funcionario de la Alcaldía de Chacao hubiera tratado de tomar una instalación policial de Libertador, se puede tener la absoluta seguridad de que no sólo estaría preso sino que ayer el Presidente habría dado rienda suelta a su corrosiva lengua y vaya uno a saber qué no habría dicho.
Ahí está el detalle. Semtei sabe que su barrabasada no le vale más que un chicotazo en la mano. Tamaño delito, que pudo haber tenido un desenlace sangriento, queda impune. Los militares que allanaron la Torre de la Prensa (porque de eso se trató) saben que ni siquiera les sale una amonestación. Tamaño atropello, tan ilegal como el de Semtei, también queda impune. Eso lo saben los abusadores de toda laya que abundan en este gobierno. Tienen carta blanca.
¿Y por qué no? Los subalternos ven cómo, a cada rato, el Jefe se pasa por el forro leyes y Constitución. Chávez ha vuelto añicos las instituciones en nombre de la “revolución” y cada reyezuelo, en ministerios, institutos, gobernaciones y alcaldías, estima que lo “revolucionario” es precisamente comportarse como Chávez. Si Chávez puede ignorar olímpicamente al Banco Central —una de cuyas pocas atribuciones que no le fue arrebatada en la reciente reforma de su ley es precisamente la de manejar las reservas internacionales— y sin siquiera consultarlo o advertirlo anunciar el traslado de las reservas internacionales de Estados Unidos a Europa, ¿por qué no puede Semtei sentirse autorizado a sacar su cañón corto para echarle plomo a la policía de Chacao? De hecho, en términos de abuso, arbitrariedad e ilegalidad, el anuncio de Chávez sobre las reservas internacionales deja como mansas palomas a Semtei y sus pistoleros y a los militares que allanaron las oficinas de Ultimas Noticias.
La destrucción institucional del país está alcanzando extremos catastróficos. Es un verdadero deslave lo que está ocurriendo. La discrecionalidad más absoluta caracteriza la función pública. No hay normas, leyes o Constitución que sean respetadas por quienes están obligados, más que nadie, a cumplirlas. Chávez ha hecho del desorden la marca de fábrica de su gobierno. Sus imitadores se guían por su vieja máxima: hacen lo que él hace, no lo que dice.