Chavofascismo, por Teodoro Petkoff
Para los trabajadores de los medios de comunicación es más riesgoso cubrir un acto público del chavismo que informar sobre la guerra de Afganistán. La violencia verbal del Presidente encuentra eco en bandas de matones que agreden físicamente a los periodistas y, sobre todo, a los camarógrafos de la televisión, quienes no tienen la ventaja de los primeros, que al menos pueden despojarse de la identificación para preservar su integridad.
El partido Unión llevó a cabo, en la plaza de El Valle, un acto de recolección de firmas para la convocatoria al referéndum consultivo. Un grupo de matones agredió la pacífica actividad y el presidente de la Junta Parroquial declaró a los medios que aquel sitio «es territorio chavista» y que «no pueden entrar los escuálidos».
Ya Freddy Bernal había dicho que el derecho de manifestación en Caracas está restringido para los opositores, y su «escudo humano», en efecto, cerró el paso a Miraflores a la marcha de Fuerza Solidaria y sólo la oportuna intervención de la Metropolitana impidió una batalla campal. Anteriormente, tanto la marcha de educadores como la de AD, fueron atacadas por los pichones de «camisas pardas». Chávez mismo gritó que el paso hasta el Palacio de Gobierno sólo estará permitido a sus partidarios.
Estamos, pues, en presencia de un fenómeno que pudiéramos denominar «chavofascismo». La violencia verbal del líder está produciendo violencia física. Hasta ahora no ha habido mayor cosa que lamentar, pero es evidente que la agresividad se está incrementando y que de la violencia espontánea y anárquica se está pasando a formas organizadas de aquélla. Ya es sabido que la Alcaldía de Libertador es la caja chica y el cuartel general de las brigadas de choque que dirige Bernal. Los integrantes de estas brigadas están en la nómina del municipio.
Nada de esto es casual. En la medida en que el chavismo pierde capacidad de convocatoria y su agarre popular se va esfumando, se apoya crecientemente en la violencia. El discurso de Chávez es sintomático. Aquel perdonavidas que se burlaba de los «escuálidos» ahora es un tipo que amenaza desembozadamente con las armas de la República a quienes disientan de él, para los cuales anuncia cárcel («Que preparen Yare», vociferó ayer) y confiscaciones. Fueron éstos los típicos procedimientos de que se valieron el fascismo italiano y el nazismo alemán para aterrorizar a la población, a la cual sometieron definitivamente con el peso del ejército y la policía. No queremos decir que en Venezuela se vive una situación semejante, pero llamar la atención sobre estos brotes de protofascismo es una manera de impedir que cuaje un fenómeno cuyos signos premonitorios son más que inquietantes.