China, Venezuela, pandemia y globalización, por Wilfredo Velásquez
La paralización mundial de la economía provocada por el coronavirus, o covid 19, ha puesto en evidencia la necesidad de revisar los paradigmas del neoliberalismo, los esquemas del comercio internacional, de la división internacional del trabajo y los efectos de la globalización.
La evolución del comercio internacional, desde la revolución industrial, pasando por la conformación de los NIE’s (Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong), la irrupción de Japón en los mercados internacionales y la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), trajo como consecuencia que esos piases, liderados por China, terminaran convirtiéndose en el parque industrial del mundo.
A partir de la revolución industrial, Inglaterra pasa a ser la primera productora de bienes de consumo masivo, inicia el comercio internacional intensivo de los recursos naturales, necesarios para impulsar la naciente industria, este sistema pone fin al autoconsumo y a la producción artesanal.
En la etapa post industrial Estados Unidos inicia la producción en serie creando las cadenas de producción, lo que le permitió producir a bajo costo, grandes cantidades de artefactos que invadieron los hogares y las industrias, en todo el mundo, creando un nuevo estilo de vida y un profundo cambio en los medios de comercialización y transporte.
En esta etapa la producción se hacía en grandes plantas y se enviaba al resto del mundo, los países de destino solo realizaban el recambio de partes y el mantenimiento, al nacer la competencia con otros países industrializados, nacen también las multinacionales que luego se transforman en las grandes corporaciones y surge el proteccionismo del estado.
Se definen tres bloques, el occidental, el bloque comunista y a los países latinoamericanos, junto a los países pobres de África, nos estigmatizan como el tercer mundo. El desarrollo del comercio internacional sufre solo las breves pausas de las guerras mundiales, aunque ocupa su lugar el comercio armamentista y se fortalece la producción de material bélico.
Después surgen los países NIEs (Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong), llamados los cuatro tigres asiáticos, quienes logran penetrar el comercio internacional gracias a su mano de obra relativamente barata, poco conflictividad laboral, estados (gobiernos) autoritarios y protectores de la producción nacional, con una gran apertura al capital financiero internacional, altos niveles de exportación y desarrollo de la actividad portuaria, a lo que habría que sumar su potencial geoestratégico, están en el límite de seguridad geopolítica de Estados Unidos, y le sirven, como es el caso de Corea del Sur, de punta de lanza para la penetración del sureste asiático.
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En gran medida, y es justo señalarlo, las grandes inversiones de sus estados en salud, educación y vivienda han contribuido significativamente en el desarrollo de las potencialidades de estos piases y en su posicionamiento en el marco de la división internacional del trabajo y el comercio global.
Mientras esto pasaba, Venezuela junto a los países latinoamericanos, menos Brasil, intentábamos una tímida “sustitución de importaciones”, apalancada en la exportación de nuestros commodities, petróleo y hierro.
En los 70 entró Japón en los mercados internacionales, aprovechando las que habían sido sus desventajas, tales como carencia de recursos naturales y limitado territorio, desarrolla un sistema productivo, basado en lo que luego se llamó economía de escala, crea el outsourcing, y la reinvención de todo lo hecho por estados unidos, reduciéndolos de tamaño. Donde los EE. UU, creaban un coche o artefacto de uso familiar los japonés fabricaban, un coche compacto de carácter personal, una cafetera más pequeña o un radio de transistores, lo que les permitió multiplicar las ventas, y ensamblar productos en los mercados de destino, fuera de las cadenas de producción, las cuales redujo a simples celdas de producción, disminuyendo los espacios y costos de depósitos y almacenajes.
El crecimiento de su producción le llevo a demandar grandes cantidades de materias primas y a distribuir enormes volúmenes de producción, lo que condujo a su irrupción en la industria naval, creando los grandes buques tanqueros, graneleros y mixtos, con capacidades nunca vistas (400 a 500 mil DWT).
Para este momento ya la GLOBALIZACION ERA UN HECHO, aun sin considerar la revolución en las comunicaciones que significó la internet.
La incorporación de China, al comercio mundial, se inicia a partir de 1978 con la reforma y apertura introducida por el gobierno de Deng Xiaoping, que tenían como propósito, construir una economía socialista de libre mercado, mientras estas reformas se daban, implementaron las “áreas económicas especiales”, conformadas por grandes parques industriales, funcionalmente capitalistas, abiertamente neoliberales, que le permitieron captar los capitales financieros internacionales, atraer con incentivos fiscales y mano de obra baratas, a las corporaciones internacionales y a las grandes marcas.
Esta estrategia le permitió a China, aprovecharse de la ambición fundamental, de occidente, de lograr la mínima inversión y la máxima utilidad, para convertirse en el gran parque industrial del mundo, dejando a occidente en una enorme dependencia respecto al aparato productivo chino, como se evidenció en los primeros meses de la pandemia causada por el coronavirus.
La liberalización de la economía china en su giro hacia el capitalismo, adelantó cambios mediante sus transformaciones, que le permitió convertirse en el destino privilegiado de la Inversión Extranjera Directa (IED), convirtió sus bancos estadales en bancos comerciales, liberó los precios, realizó las devaluaciones que consideró necesarias, para ofrecer al mundo el costo unitario de mano de obra por producto más bajo del mundo, incluso que Haití, transformó las empresas estadales en sociedades abiertas a la incorporación del capital privado, promovió las alianzas estratégicas entre sus empresas y las occidentales para convertirlas en multinacionales, creó las bolsas de Shanghai y Shenzheny, que casualmente mientras las bolsas del mundo se derrumbaban, atrajeron, en el febrero de pandemia, a 895,400 nuevos inversionistas.
Etas acciones, convirtieron a China en el centro manufacturero del mundo.
China intenta cambiar a su favor el sistema comercial mundial, en tal sentido desestima el papel de la OMC e inicia acuerdos bilaterales con su periferia, como la Federación Rusa, con la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental y con otros muchos países, adelanta la penetración en la Latinoamérica, en busca de las enormes cantidades de materias prima que necesita su proyecto.
China está tratando de convertirse en el eje central del comercio mundial y tal como se evidenció durante los primeros meses de la pandemia, lo está logrando, inclusive está dándole carácter multilateral a sus bancos cuyos recursos llegan primero y en mejores condiciones que los del FMI, como es el caso de Pakistán.
Tal parece que china está ganando la carrera por el control del comercio internacional y la globalización, está imponiendo el nuevo orden internacional.
Después de la pandemia occidente seguro empezará a tomar las medidas necesarias para acercar la manufacturación industrial a sus territorios, ante el alto nivel de desempleo que está dejando el coronavirus, tendrá que evaluar si siguen invirtiendo para crear empleos en China o invierten en generar empleos de calidad en sus propios territorios, o como en el caso de Estados Unidos, si empiezan a invertir en promover la industrialización de su periferia.
Por ahora los chinos intentan replicar sus parques industriales en México, y trata de establecer líneas directas de suministro de materias primas desde Latinoamérica. Es una competencia en la que los Estados Unidos, quieran o no, tendrán que participar.
Venezuela es parte de esa periferia, tendremos que buscar las vías para que más allá de la venta de commodities, podamos adelantar un proceso de desarrollo industrial que nos permita participar en la globalización, aprovechando nuestros recursos naturales.
El ejemplo chino no es tan malo.