Chris Andrade demostró que la comedia vende con un llenazo en la Concha Acústica
Con 34 años y ante más de 4.000 personas, Chris Andrade enfrentó el monólogo más importante de su carrera hasta ahora al presentar su rutina a una audiencia con quien pasó los últimos cuatro años conectando mediante el podcast Escuela de Nada. El público presenció desde las gradas de la Concha Acústica de Bello Monte un espectáculo, más que un monólogo, que incluyó sorpresas como la aparición de Leonardo Rojas
La promesa de hacer «el show stand-up comedy más grande del país» no se quedó corta con la organización de Cusica y el magnetismo de Chris Andrade, un comediante que puede jactarse de haber convocado a más de 4.000 personas en la Concha Acústica de Colinas de Bello Monte para escuchar atentamente su monólogo.
Desde la apertura de puertas, a las 4:00 pm, ya la Concha Acústica contaba con una audiencia prometedora, especialmente considerando que el evento empezaría tres horas más tarde y que el espacio estaba dividido en tres zonas para que, quienes pagaran las entradas más costosas —de $50— disfrutasen de un lugar preferencial.
Con la entrada de la noche, a las 7:30 pm las gradas de la Concha Acústica ya estaban repletas y el público listo para recibir a Carluis Medina, abridor seleccionado por Chris para su gira por Venezuela, que inició una semana antes en Maracaibo e incluyó shows en Lechería y en Barquisimeto.
Pese al renombre de Carluis como un comediante consolidado en los circuitos de comedia locales, probablemente nunca antes se había presentado ante una audiencia tan grande. Sus nervios podían palparse y el sudor sobre su cara resplandecía con las luces de la tarima, pero dominó la situación con soltura y despertó las risas del público para prepararle el terreno a Chris.
Su repertorio de chistes conectó rápidamente con las 4.000 personas sentadas en las gradas. Los relatos sobre su lugar de origen, Güiria (Sucre), su relación con su familia y su experiencia pagando las exorbitantes mensualidades de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) resonaron con el público que, a juzgar por sus reacciones a los comentarios, era en su mayoría ucabista.
Tras unos 10 minutos de rutina, Carluis empezó a despedirse y preguntó a producción si se había agotado su tiempo. Aún le quedaban unos cinco minutos más con los que sacó algunas carcajadas más antes de darle la bienvenida al principal atractivo de la noche, Chris.
Con la salida de Carluis, la tarima fue invadida por un aparente coro de 16 personas vestidas con túnicas y velos blancos que cubrían sus rostros, liderados por un aparente director de coro vestido de rojo. Cuando parecía que empezarían alguna interpretación que desentonaría con las características de un show de stand-up comedy, sorprendieron con una coreografía bailando reggaetón. Este giro de tuerca anticipó la aparición de Chris, que fue recibido estruendosamente por la audiencia entre aplausos y gritos desaforados.
El comediante entró en escena con naturalidad, mirando al público con los brazos arriba, los puños cerrados y el grito «Caracas», que se sintió como un reencuentro con una ciudad que había abandonado ocho años atrás para dar paso a una experiencia migratoria fallida en Argentina y luego el éxito total en México, país en el que inició el podcast Escuela de Nada a mediados de 2018 con los también comediantes venezolanos Ignacio Redondo y Leonardo Rojas.
A sus 34 años, Chris afrontaba el que probablemente sería el monólogo más importante de su carrera hasta el momento. Al igual que con Carluis, el sudor en su rostro se reflejaba debido a las luces del escenario, pero sus nervios no se notaron en ningún instante.
Con completo control del escenario y del público —como era de esperarse al hablar con una audiencia con la que ha pulido su conexión durante los últimos cuatro años—, ofreció un espectáculo de unos 100 minutos que excedió lo esperado de un monólogo de stand-up comedy.
El equipo de Cusica y Chris tenían preparadas algunas «sorpresas» a lo largo de la presentación. Con el uso de unas pantallas verticales que proyectaban lo grabado por el equipo de camarógrafos, Chris se permitió interactuar con la audiencia y con material preproducido.
La primera sorpresa llegó tras 20 minutos de rutina. Chris mencionó a su mamá en un chiste y pidió al equipo de Cusica llamarla. La pantalla de un teléfono se desplegó en los paneles verticales con una video llamada al contacto «mamá», pero quien contestó fue Ignacio Nacho Redondo, su compañero de podcast, quien envió un saludo a la audiencia.
La aparición virtual de Nacho es relevante, no solo por su inclusión en la rutina de Chris y las risas garantizadas de la audiencia, sino por el contexto de su distancia. En 2017 el humorista se presentó en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela y su rutina incluyó comentarios sobre la discapacidad que acabaron por generar polémica en la opinión pública, llamando la atención de autoridades del chavismo.
Comentarios del conductor de La Hojilla, Mario Silva, y del vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello; aunados al posible uso de la Ley del Odio en su contra, provocaron que Nacho saliera del país. Seis años después, no ha puesto un pie en Venezuela.
Pero el único cameo de la noche no sería el de Nacho. La segunda sorpresa fue reservada hasta 20 minutos más tarde, cuando Chris anunció el ingreso de Leonardo Rojas a la tarima, provocando la reacción más importante de la audiencia en toda la noche.
Leo y Chris se reunieron en la tarima y lamentaron la ausencia de Nacho, no sin dejar un guiño sobre el sabido ensañamiento de las autoridades contra el trío de comediantes: «No se preocupen. Todo está en orden. Estamos solo dos de tres. No quebramos las reglas», insinuando que los tres comediantes juntos podrían desatar repercusiones por parte del Gobierno.
Para este segmento del espectáculo, Leo recorrió las gradas para conversar con un puñado de personas del público elegidos al azar. Quienes tuvieron la oportunidad de participar, hablaron cara a cara con Leo frente a las 4.000 personas. Voces quebradas, lágrimas y notoria emoción enmarcaron los rostros de los seleccionados.
Con la despedida de Leo, el show llegó a su tramo final. Chris remató su rutina sacando el máximo provecho de su estilo, combinando anécdotas de su vida personal con su crudo humor despegado de la corrección política. De sopetón e interrumpiendo las carcajadas de la audiencia, Chris se despidió del público y dejó un video en las pantallas verticales interpretando a uno de los personajes favoritos de sus fanáticos: «el primo».
Tras el corto audiovisual, regresó para una despedida final, agradeciendo a las 4.000 personas presentes en las gradas y desatando un último estruendo de aplausos y gritos en la Concha Acústica, que posó a espaldas de Chris para una foto que quedaría como postal del show de stand-up comedy más grande del país.