Cinco Temas: Un país muy debilitado, por Fernando Luis Egaña
Después de casi veinte años de hegemonía roja, la nación venezolana es una nación muy debilitada, que cada vez se debilita más, entre otras razones, por la emigración masiva. En térmicos fisiológicos, es como un organismo que padece de una hemorragia que no mejora sino que se agrava. No es ésta la única razón de la extrema debilidad, y de hecho es una expresión de otras razones: la ruina económica, la catástrofe humanitaria, la ruindad política y ética.
Y es que Venezuela no sufre una mera crisis política o socio-económica. No. Sufre una crisis existencial en la que está en juego la viabilidad misma de la nación, como entidad independiente y capaz de ofrecer una vida humana y digna a la población. La debilidad de nuestro país es algo obvio, como también lo debería ser el que ello ha sido promovido por el poder establecido en su afán de continuismo.
La Faja fría
En números redondos la Faja Petrolífera del Orinoco tiene yacimientos que equivalen a 300 mil millones de barriles. Debería estar produciendo muchísimo más petróleo del que en efecto produce, y no es así por la desastrosa política petrolera de la hegemonía roja, si es que las ejecutorias en este campo pueden calificarse de «política petrolera». Y lo más lamentable para el país es que la dinámica de la innovación energética y las regulaciones sobre el consumo de los hidrocarburos, pueden dejar en el subsuelo a esa inmensa riqueza, acaso no aprovechable en un tiempo no demasiado lejano.
¿Puede quedarse fría la Faja del Orinoco? La pregunta debe contestarse de la siguiente manera: ya se está quedando fría. Acaso una de las oportunidades peor malbaratadas de toda nuestra historia
El ventilador
Con ocasión de las causas judiciales por el caso Andrade-Gorrín (por ponerle ese nombre), están circulando numerosos comentarios y hasta listados de presuntos asociados o beneficiarios, en distintos ámbitos de actividades económicas, políticas e incluso comunicacionales. Corresponde a los tribunales que adelantan las causas el juzgar y emitir sentencias. Pero ya está el escándalo sobre el tapete, a pesar de las severas restricciones a la libertad de expresión en Venezuela y a pesar de la intimidación que no pocos puedan tener para referirse a este asunto.
Eso se veía venir. No es una sorpresa en sí misma, aunque las complicaciones del entramado de intereses sí tengan un alcance que vaya más allá de lo estimable inicialmente. Y lo que falta por saberse. Lamentablemente, ello forma parte del proceder de la hegemonía roja. Un régimen político corrupto, si los hay.
*Lea también: Tendencias del desempeño económico en América Latina, por Marino J. González R.
La irresponsabilidad de Vargas Llosa
El Nobel peruano-español acaba de escribir un artículo en el cual repite la falsedad dicha por el finado Edmundo Chirinos, de que él había sido «siquiatra» del presidente Caldera. Cuando Chirinos declaró eso, hace muchos años, uno de los hijos del ex-presidente le desmintió en una afirmación pública. Pero eso no parece interesarle a Vargas Llosa. Es curioso. Varias veces leí escritos suyos en el que se quejaba –y hasta denunciaba– la ligereza y el prejuicio en la cobertura noticiosa y opinática de importantes comunicadores europeos en relación al Perú. Y tenía razón.
Me acuerdo de ello cuando leo algunos de sus escritos referidos a Venezuela, en los cuales, en general, no sólo hay errores de hecho sino consideraciones muy sesgadas y hasta tendenciosas. Lástima. No se aplica a sí mismo la rigurosidad que –justamente– les exige a los demás. Eso se llama irresponsabilidad. No hay otro nombre.
La batalla boliviana
Evo Morales está dispuesto a lo que sea para volverse a reelegir. La Constitución boliviana no lo permite, pero eso no le importa. Bolivia está reaccionando con fuerza ante las pretensiones de Morales, y eso lo irrita más de lo normal. Acusa a todo el mundo de conspirar contra él, y el calibre de sus insultos no parece tener límite. La «carta bajo la manga» o la querella contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia, no le salió bien, y tal realidad le empina la cuesta de la reelección.
Morales cuenta con la ventaja de una positiva actitud de los grandes medios internacionales. Quizás ello ya no pese tanto en la opinión pública boliviana. La batalla política será muy dura. Esperemos que las aspiraciones democráticas de los bolivianos no sean aplastadas por la ambición de Evo Morales