Claro y raspao, por Teodoro Petkoff
“Chávez respondió que está dispuesto a rehacer puentes. La prueba del pudín (o de la hallaca de Doña Elena) está en comérselo”. Cuando Vladimir Villegas me dijo «está llamando el Presidente», le contesté, en tono de chanza, «tú montaste esto», y me respondió «te juro que no; si lo hubiera hecho te lo diría, porque esto es bueno».
No puedo saber, por supuesto, si eso estuvo previamente convenido entre el Presidente y el anfitrión del programa, pero Vladimir tenía razón. Fue una magnífica oportunidad para un diálogo interesante, un pasito más en la construcción de un clima político menos tenso, menos crispado, más favorable a la aceleración de la dinámica democrática que se está abriendo paso en el país.
Puedo imaginar que así como algunos sesudos «analistas» de oposición alertan acerca de las «intenciones ocultas» de Chávez en su reciente ofensiva de simpatía, también en la cúpula gubernamental deben existir los que advierten sobre las «intenciones ocultas» de los medios, cuya tónica igualmente se ha hecho mucho menos agresiva.
En ambos lados aquellos que se las saben todas, los que consideran a quien no comparte sus apocalípticas apreciaciones como un irremediable ingenuo, un peligroso comeflor, deben estar gastando neuronas en la búsqueda de la quinta pata del gato.
¿Qué tal si el gato no tuviera cinco patas? Ningún político sensato y realista puede haber dejado de percibir la existencia de una atmósfera, en extensos sectores de la población, favorable a la búsqueda de soluciones pacíficas y democráticas, así como de rechazo a la violencia. Esta atmósfera constituye el combustible de la dinámica democrática que ha ido sacando del centro de la escena a los extremismos y abriendo un espacio cada vez más ancho a una decisión que sea producto de la voluntad del electorado. Quien no entienda esto corre el riesgo de quedarse varado en la orilla.
Ayer le dije al Presidente que la peor manera de hacer política en este país es mirando continuamente por el espejo retrovisor, buscando errores que todos, incluyéndolo a él, tenemos en el pasado. En el incesante pase de facturas mutuas hunden sus raíces algunos de los conflictos políticos más destructivos habidos en la historia. Es necesario mirar hacia delante, saber pasar páginas para explorar nuevos caminos, dominando los prejuicios y los procesos de intención.
Chávez respondió que está dispuesto a rehacer puentes. La prueba del pudín (o de la hallaca de Doña Elena) está en comérselo, reza un viejo dicho inglés. La primera demostración de aquella voluntad está en garantizar que la segunda del noveno, es decir el Reafirmazo que comienza el viernes, se desarrolle tan pacífica y tranquilamente como el del oficialismo. Hay que silenciar las voces truculentas, de propósito claramente intimidatorio, de algunos talibanes. Y que después de ello se amplíen los canales de comunicación entre gobierno y oposición, para que los meses que nos separan de la votación y ella misma, produzcan una profundización de las posibilidades de la solución democrática.