CNE: el árbitro está vendido; por Simón Boccanegra
Lo del CNE debiera ser asumido a fondo por la opinión pública. La trampa que acaban de hacer, en el caso de la gobernación de Mérida, va mucho más allá de la persona de William Dávila. Si esta tracalería permanece impune y/o es convalidada por la Asamblea Nacional y/o el Tribunal Supremo, habremos entrado en un peligroso túnel. Hay atropellos de atropellos y trampas de trampas. Ninguno o ninguna pueden ser justificados, pero en una sociedad democrática la salud del sistema político es directamente proporcional a la credibilidad y confiabilidad del árbitro electoral. Si la sociedad tiene la percepción de que el árbitro está vendido, el sistema político pierde legitimidad y legalidad. Nadie puede participar en una competencia electoral si sabe que el árbitro está al servicio de una de las partes. Ese es el gravísimo daño que está causando el grupo que dirige el CNE. Como será que el general Belisario Landis comentó, (jalando la brasa para su sardina, por supuesto, pero dejando ver la opinión que le merecen esos sujetos): «Si no existiera el COPP ya yo los hubiera metido presos».