Como se van las horas, por Omar Pineda
Twitter: @omapin
Era lógico que estuviésemos avisados. Por nuestra oficina circulaban los rumores, y de algún modo nos habíamos acos tumbrado a la mención de nombres de personajes, de fechas posibles y hasta del lugar exacto del próximo alzamiento militar. Desde mediados de julio, Freddy Díaz nos venía sugiriendo que estuviéramos alerta porque aquellos oficiales que, con su capitulación del 4 de febrero Hugo Chávez dejó regados en los cuarteles volverían a lo del golpe. En verdad, no nos lo tomamos tan en serio, pero recuerdo que ocultamos en el apartamento de una amiga las computadoras, así como el material que alguien calificó de sensible y acordamos, los cuatro gatos de la oficina de prensa, un ingenuo protocolo para reunirnos y mantener el contacto, «porque esta vez el golpe sería sangriento» y seguro habría allanamientos a las casas de los partidos.
El MAS nunca apostó a la aventura golpista. De hecho, el recientemente fallecido Luis Manuel Esculpi hizo en el Congreso, en tanto que jefe de la fracción parlamentaria, una firme defensa de la democracia y de respaldo al gobierno de CAP, aunque responsabilizara al gobierno por los efectos repentinos de ciertas políticas económicas adoptadas sin comunicar las medidas sociales que paliaran la delicada situación de la gente. Días antes en la misma casa nacional del MAS tropecé con uno de los actores del 27N cuando subía la escalera de caracol que daba al comité ejecutivo del partido y como le conocía desde el PCV le insté en broma «dame fecha, Pablo», y su respuesta fue evasiva pero contundente. «Pregúntales a tus jefes… vengo de reunirme con ellos y no quieren venirse a este movimiento popular… pero ponte mosca que el coñazo viene».
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Los días pasaron y optamos por desoír los «ahora sí» que iban de un lugar a otro. Seguimos en lo nuestro. Hasta que la madrugada del jueves 27 de noviembre aparecieron, bajo la insurrección comandada por el teniente Jesse Chacón que asaltó Venezolana de Televisión y asesinó a nueve vigilantes de la televisora, además de tomar las antenas repetidoras de RCTV y Venevisión a fin de transmitir un video a través del cual explicaban las razones de la rebelión y llamaban a las Fuerzas Armadas a unírseles.
Pero lo que vimos fue un video grabado por Hugo Chávez, de quien se diría de manera confusa que no había participado en la planificación del golpe para sorpresa de los cabecillas. A cambio, Pérez se comunicó con el país por la señal de Televen.
Horas más tarde aviones OV-10 Bronco piloteados por oficiales golpistas despegaron de Maracay y simularon un falso bombardeo, a bajo vuelo, rompiendo la barrera del sonido, cerca del Palacio de Miraflores, El Helicoide y la base militar de La Carlota. El ruido estruendoso provocó alarma general. En aquel entonces se dijo que uno de esos aviones fue derribado por un F-16. Pero, de lo que quedó de aquel 27N fue el motín programado de presos del Retén de Catia, dirigido por el inspector de la PM, Freddy Bernal, y la proclama revolucionaria, donde lo más resaltante, según José Ignacio Cabrujas fue el hombre de la franela rosada, con su fusil en guardia pretoriana, como muestra de la incontrolable revuelta. Lástima que el dramaturgo no vivió para ver lo que vendría después.
Pero esta segunda intentona abrió la puerta a la mayor tragedia nacional, de la cual todavía no hemos podido salir. En medio de tantos apuros, dos muertes queridas pasaron por debajo de la puerta: el disparo de fusil que un golpista le hizo al periodista Virgilio Fernández desde La Carlota. Un acto de mala leche porque la fuente de Virgilio era la farándula, y el fallecimiento en Miami a los 76 años del Inquieto Anacobero, Daniel Santos. Y en esto seguimos…
Omar Pineda es periodista venezolano. Reside en Barcelona, España