Con clave GPT, por Laureano Márquez P.

X: @laureanomar
El papa Francisco ha muerto y la Iglesia entra en lo que se denomina «sede vacante», que así se designa el período entre la muerte de un Pontífice y la elección del sucesor. Todo el mundo en estos momentos habla del cónclave (del latín conclavis: habitación que se puede cerrar con llave). Es que, en efecto, en los próximos días los cardenales menores de 80 años se encerrarán en una estancia vigilada, sin comunicación con el exterior, sin teléfonos celulares, sin redes sociales, sin periódicos ni televisión.
Afortunadamente, salvo dos menores de 54 años, pertenecen a la generación Baby Boomers, que es capaz de aguantar –aunque con bastante esfuerzo– una semana sin estar on line.
Cuando toque un cónclave de la Generación X o de los Millennials, será otra historia, más de un cardenal se volverá loco en los predios de la Capilla Sixtina. No quiero ni pensar en lo que sucederá cuando lleguen los de la Z o la Alpha: fin de mundo, un coctel explosivo de San Malaquías con Nostradamus y puede que hasta haya violencia en la Sixtina.
La elección papal se sigue realizando conforme a una tradición muy antigua que viene al menos desde 1271, eso despierta una curiosidad, casi se diría que morbosa. Uno oye a los conductores de los programas especiales de estos días dilucidar hasta el cansancio, con esmerado detalle, desde las palmadas del extra omnes (¡se me van saliendo todos!), hasta el gastronómico Habemus papam (¡tenemos papa!), pasando por todas las fumatas y votaciones. Se entiende: en estos tiempos en que el mundo de las siete de la mañana es radicalmente diferente al de las seis de la tarde, algo que se hace de manera idéntica desde hace casi 800 años tiene que despertar interés colectivo y curiosidad.
Nosotros, para estar a la altura de los tiempos, apelamos, no ya al tradicional Nostradamus que se pone de moda cada vez que fallece un papa, sino, como era de esperarse, al ChatGPT. Le preguntamos sobre los rasgos que debería tener el próximo obispo de Roma y esto nos respondió:
- Espiritualidad profunda (un hombre que encarne el mensaje del evangelio con fe solida).
- Capacidad de diálogo (que sepa tender puentes entre religiones, culturas e ideologías).
- Visión reformadora (que prosiga la reforma de la Iglesia).
- Sensibilidad social (preocupación por la pobreza, las migraciones, las guerras, la crisis climática, etc.).
- Juventud espiritual (no tiene que ver con la edad, sino con la necesaria cercanía a los jóvenes).
- Capacidad comunicativa (que logre comunicarse con la gente, no ya solo por los medios tradicionales, sino por las novedosas redes sociales).
Entre los dones del Espíritu Santo, que es la persona de la Santísima Trinidad a la que se invoca en la elección papal, están la sabiduría, el entendimiento y el consejo. Vista la respuesta anterior, se pregunta uno: ¿Será que el Espíritu Santo y el ChatGPT son una y la misma cosa?
En pocos días conoceremos la respuesta.
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Laureano Márquez P. es humorista y politólogo, egresado de la UCV.