Con esta cara le dijo NO a Chávez, por Teodoro Petkoff
El respetado profesor Maza Zavala, director del Banco Central de Venezuela (BCV), famoso por su estilo firme pero “pisapasito”, comentó ayer que al BCV le encantaría cooperar con el gobierno pero que, sintiéndolo mucho, “no podemos violentar la ley para hacer cosas que la ley prohíbe”. Es obvio que para el BCV es imposible atender la estrambótica solicitud del Presidente, salvo que sus directores quieran ir a parar al Tribunal de Salvaguarda. Las razones legales y constitucionales, que expusimos ayer, son, sin duda, en las que se apoya el profesor Maza Zavala para expresar su opinión negativa. Y si Chávez lleva el caso al Tribunal Supremo también saldrá con las tablas en la cabeza porque tanto la normativa constitucional como la de la ley son claras y precisas y no admiten ningún tipo de interpretación leguleya que pudiera torcerles el pescuezo y acomodarlas a los caprichos de Yo, El Supremo.
Lo que dijeron tanto el ministro de Agricultura y Tierras como el diputado Sanguino sólo puede entenderse como una tentativa de remendarle el capote a Chávez, porque ambos saben bien que lo sostenido por este es absurdo. Lo que pasa es que sus ministros y diputados le tienen tanto miedo a Chávez que nadie se atreve a decirle la verdad y prefieren que meta la pata antes que corregirlo. Operaciones de redescuento, como ellos señalaron, que el BCV puede realizar con papeles de la banca privada, son muy distintas a que el instituto le pase un millardito de dólares al gobierno a cuenta de oreja de cochino. Y ambos sin duda lo saben, porque de lo contrario habría que convenir que la Misión Robinson debería comenzar por funcionarios como ellos.
En su empeño electorero, Chávez juega la carta de campeón de los humildes frente a funcionarios insensibles que no comprenderían las necesidades del pueblo y que colocan por encima de estas las formalidades de la ley.
Quiere aparentar que es el gobernante preocupado por los pobres, a quien los burócratas no lo dejan gobernar. Chávez sabe que no le van a dar el “millardito”, pero cree que va a quedar bien. No es mi culpa, dirá. Y la descargará sobre otros.La crísis del campo sería, pues, culpa del Banco Central. Pero a estas alturas del juego es difícil que esa operación de prestidigitación pueda salirle bien. Ya van cinco años y es poco lo que puede mostrar. Y no ha sido por falta de dinero, porque lo ha tenido más que ningún otro gobierno. La gente lo sabe, porque de uno de los éxitos de que se jacta Chávez es de haber llevado los precios del petróleo a sus elevados niveles actuales.
La gente sabe que ha pedido prestado más que CAP. También raspó la olla del FIEM. Y se le puede preguntar: ¿dónde están los reales? Léase hoy nuestro reportaje sobre el barrio Las Malvinas (página 4), allí donde Chávez habló por primera vez de los gallineros verticales y prometió casas y trabajo. Ahí está, en boca de los propios habitantes del lugar, toda la frustración y el desencanto ante la charlatanería y la incompetencia. Se puede engañar a una parte de la gente por un tiempo, pero no se puede engañar a toda la gente todo el tiempo.
La frase es de Lincoln. Se la regalamos al Presidente para su colección de citas citables. Porque le viene al pelo.