Con la iglesia hemos topado, por Walter Boza
La frase que titula este artículo, es una de las más famosas del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, obra máxima de Cervantes y por muchos catalogada como la obra literaria más importante del idioma español.
La frase en cuestión fue dicha por Don Quijote dirigida a Sancho cuándo ambos buscaban el hogar de Dulcinea del Toboso, el amor del Quijote, en una época en donde el poder de la iglesia era inmenso y al mismo tiempo de persecuciones y castigos extremos por motivos religiosos.
Son muchas las interpretaciones que le han dado a esa frase, incluso muchos señalan que la frase originales «con la iglesia hemos dado» para evitar la idea de que era una confrontación con la iglesia; lo cierto es que la frase se popularizó y el significado que le han dado es que la iglesia es un poder y que hay que tener cuidado con ella.
Si bien es cierto que los aportes de la iglesia para el desarrollo de la humanidad son innegables, también es cierto que en su nombre se han cometido tropelías e injusticias terribles.
El comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana, ha sido altamente polémico y se le han dado también diversas interpretaciones, la de un sector radical extremo que señala que la iglesia se entregó a la dictadura hasta otro sector que justifica totalmente su contenido, pasando por aquellos que valoran el documento pero rechazan la propuesta de la CEV de ir a votar masivamente; lo cierto es que ha despertado un gran debate nacional y eso no deja de ser positivo.
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El documento es equivoco, distinto a la posición tradicional de la iglesia venezolana de los últimos años en donde inequívocamente expresaba su posición opositora y a su vez enviaba un mensaje de esperanza y lucha.
En estos momentos donde el centro del debate político es el de las elecciones parlamentarias y con excepción de sectores denominados los alacranes y la mesita y uno que otro ingenuo de buena fe y también unos cuantos oportunistas, la inmensa mayoría de los venezolanos, 27 partidos políticos, innumerables agrupaciones de la sociedad civil han expresado su firme rechazo a esa farsa electoral, además de la comunidad internacional que no reconoce esa burla al pueblo venezolano y que propone ante la gravedad de la crisis, un gobierno de emergencia nacional para iniciar el complejo proceso de reconstrucción nacional y de democratización plena.
El documento de la CEV cayó como un balde de agua fría, dos días después que 60 países denunciaban esas elecciones cómo una farsa y que no serían reconocidas, la jerarquía eclesiástica venezolana manda a votar masivamente, argumentando además que eso aliviaría la crisis política del país, cuándo es demasiado evidente que la agravaría.
La lucha por condiciones electorales TODAS, no puede ser vista como un regalo del régimen, ni cómo una concesión graciosa de la dictadura, o son las condiciones plenas o sencillamente no son elecciones, sino un proceso fraudulento y oscuro desde sus inicios.
La lucha por las condiciones electorales no significa pasividad sino todo lo contrario es la lucha para desenmascarar a la dictadura y por conquistar la democracia. El pueblo está despertando venciendo al miedo y al hambre, se registran todos los días expresiones de rechazo y protesta por todas las calamidades y carencias que sufre, porque no hay agua, no hay luz, no hay gas, no hay gasolina y no hay libertad.
La CEV también señala con razón que al sector opositor le falta dirección política coherente. La redacción final del documento no expresa el sentimiento de la feligresía, ni de la totalidad del clero venezolano, voces cómo las del padre Ugalde y Monseñor Ovidio Pérez Morales y tantos otros, son una clara expresión de lo que afirmamos.
Que estarán pensando o sintiendo los más de cinco millones de venezolanos que se han ido del país, los centenares de presos políticos civiles y militares que llenan las cárceles venezolanas, los familiares de los desaparecidos y asesinados en ejecuciones extrajudiciales, los que han perdido a sus seres queridos, los que no tienen escuelas, los que no tienen salud, los que se mueren por hambre; seguramente todos hubieran querido una redacción más clara, más de lucha, más cristiana.
La iglesia debe orientar a su feligresía y a la ciudadanía en general en preceptos de orden espiritual y moral, llamar las cosas por su nombre, contribuir al avance de las fuerzas que luchan por recuperar la dignidad y la moral en este país bendito.
Votar en estas condiciones es inmoral y además es un pecado.
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