¿Con qué se come esto?, por Teodoro Petkoff

Si alguna demostración faltaba de que el río está sonando, es este gigantesco peñón que hoy trae: el comunicado de la Fuerza Armada Nacional en el cual ésta «da pleno respaldo al Señor Presidente de la República». Puesto que en cualquier sociedad, y más en una democrática, tal cosa es obvia, un comunicado que reafirma ese «respaldo» parece mucho más una respuesta a alguien que lo ha puesto en duda que una mera profesión de fe democrática. El Alto Mando no está respondiendo a civiles sino a militares. Los destinatarios principales de ese documento están dentro de la FAN. En el mundo civil, el propio Presidente lo dice, él no es monedita de oro, pero, por lo visto, tampoco lo es entre los uniformados. A eso le ha salido al paso el Alto Mando. No creemos que esté andando una conspiración, pero sí es evidente que en el seno de la institución armada ya han brotado a la superficie, y se han expresado, las incomodidades que el desenvolvimiento del proceso político ha venido generando en todo el país.
La Constitución de la República establece en su artículo 328 que la FAN, «en el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna». El Alto Mando ha considerado conveniente introducir un matiz nada casual: «nadie puede llamarse a engaño en cuanto a la lealtad de la Fuerza Armada Nacional al Jefe del Estado». El Alto Mando, en su tautológico comunicado, ha considerado necesario reafirmar su lealtad a la persona de Hugo Chávez Frías, quien no sólo es el Presidente del país sino que se presenta a sí mismo como jefe de una «revolución». ¿Está la FAN al servicio de la revolución y no de la Nación? El Alto Mando añade un insólito comentario, totalmente inapropiado: el «absoluto reconocimiento a la singular labor que a favor de la FAN y de la Nación rinde el Presidente Hugo Chávez Frías». No es rol de la institución castrense emitir juicios políticos sobre el comportamiento de los gobiernos. Hay en ello una intromisión indebida en el debate político nacional. El Alto Mando ya sentenció: la labor del Presidente es «singular». Es decir, no hay nada más que discutir. Cualquier opinión en contrario podría ser calificada de subversiva.
Y, de hecho, se sientan las bases para ello. El Alto Mando, sin siquiera coger aire, nos advierte que «cualquier desbordamiento deliberado en el ejercicio de la libertad, contrario a la legalidad, repercute negativamente sobre la democracia». ¿Qué vaina es esta? ¿Quién califica lo que es un «desbordamiento deliberado en el ejercicio de la libertad»? Más aún, ¿qué es un «desbordamiento deliberado»? ¿Con qué se come eso? El Alto Mando tiene una respuesta. Colocando la pistola sobre la mesa, «exige», imperativo categórico, «que no se continúe actuando con el calculado propósito que se observa en ciertos sectores de intrigar entre la institución armada y su Comandante en Jefe». ¿En qué artículo de la Constitución se da derecho a la fuerza armada a «exigir» tales o cuales comportamientos políticos? ¿Qué viene después de esto? ¿La censura sobre informaciones u opiniones que atañen a la institución armada y su Comandante en Jefe y que, según esta lógica, siempre podrán ser calificadas de «intrigas»? Antes el Alto Mando había matizado un poco al señalar que sobre estos temas no pretende ser árbitro la institución castrense. Pero, el comunicado ya implica ese inconstitucional rol. El Presidente pretende erigir a la FAN en tutor y árbitro de la política nacional. Eso es inaceptable.
Somos radicalmente contrarios a un golpe militar, pero igualmente lo somos a un autogolpe. La FAN tiene perfectamente definido su rol en la Constitución. No debe poner ni quitar gobiernos, pero tampoco debe acompañar proyectos políticos particulares, cuya implementación suponga el desconocimiento de las reglas de juego establecidas en la Constitución.