Condominios en pugna, por Américo Martín

00Twitter: @AmericoMartin
Cuando Diego Arria asumió la dirección de El Diario de Caracas dejó entrever que ingresaba al periodismo pensando en grande, desde la atractiva plataforma mediática que ahora estaba bajo su control, no venía a convivir sino a luchar. Hombre, sí, pero ¿luchar contra quién? Me propongo —insinuó— ponerle fin al condominio hegemónico edificado por El Nacional y El Universal.
En el área específicamente política han menudeado los obsesionados con el condominio AD-Copei. Difícil operación, sin duda, y durante mucho tiempo ilusa con ganas.
Pero los tiempos cambian. Los dos grandes diarios y los dos grandes partidos ya no están en las mismas condiciones de antes desde que el comandante Chávez tomó por asalto, y en tono operático, todas plazas y espacios de la lucha. Pensando, probablemente en el atrabiliario general Cipriano Castro, se dio a darle rienda suelta a su imaginación y nada mejor en ese particular que postular una gran causa afincada en nuevos hombres, nuevos ideales y nuevos procedimientos; pero, para su desgracia, no encontró nada nuevo que ofrecer, salvo el resobado socialismo, una antigüedad demasiado vapuleada.
Teodoro, con imaginación mucho más despierta, se mantiene en dinamismo creador, riqueza y progresividad y, en ese sentido, se acerca más a los sociólogos, politólogos e historiadores críticos y modernos en Europa, América y Venezuela. Las ciencias sociales no se han muerto en las manos de esta pléyade de inquietos innovadores.
La gran causa que se nos plantó como reto ineludible frente a la nariz es de nuevo la democracia «en movimiento» y llenará semejante condición siempre que no se reduzca a ser un rosario de dogmas y lugares comunes.
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Con Teodoro, en largas conversaciones emprendidas en nuestra residencia del cuartel San Carlos y al recuperar nuestra libertad, avanzamos en contenidos y fórmulas de cambio democrático. Reflexionamos sobre el tema de los temas y el arma de las armas. El primero iba a las formas organizativas que sustenten e impulsen la gran causa seleccionada por la archiprobada razón de que, sin uno o varios partidos —digamos, sin buen bastón—, nada se sostiene. Y lo último que hubiéramos aceptado es convertirnos en diletantes.
Teodoro llegó muy lejos en la apreciación de un diario que calzara a la perfección con el movimiento democrático.
La fuerza transformadora de la democracia y de TalCual, el diario que en tan buena forma la representa, se expresa en la denominada «democratización», fenómeno que se alcanza cuando las conquistas logradas en la brega misma se institucionalizan, es decir, ganan posiciones en la normativa constitucional o en la legal o en la reglamentaria.
Tomemos un caso al azar: que recuperen inmediatamente la libertad si la han perdido por acto arbitrario y que las autoridades que perseveren en abusar del poder sean despedidas por disposición legal que así lo consagre. Si se institucionaliza el derecho obtenido es porque la democracia crece materialmente y, si así ocurre, es porque para desgracia del despotismo la democracia se mueve, porque ya no hay manera de detenerla.
A los 21 años de su estupendo desempeño, TalCual ya encontró un honroso lugar en el periodismo internacional, para mi propia alegría como viejo amigo de Teodoro, cuando me invitó a escribir en las páginas de su hoy celebre diario; pero, por extraño que parezca, sigue alentando sus sólidos pasos e inspirando al noble y bravo personal de TalCual como, por cierto, lo ha reconocido quien lo sustituyó con tanta probidad en el cargo, Xabier Coscojuela.
TalCual nunca morirá porque no sabe lo que tal cosa signifique. Ciertamente, nació para iluminar vías y enfrentar retos, no pocos disueltos quizá por falta de aire. Este gran diario no dejará de crecer ni de fortalecerse, entre otras razones porque su fina sensibilidad le permite descubrir el significado de «estar al día» y, más aún, de «no tener miedo».
Los violentos del circunstancial poder que solo saben infamar, arrebatar libertades y estrangular medios y periodistas, deben padecer alucinaciones cuando, desde TalCual, se les responde con argumentación tranquila y descansada.
Permítame el gran poeta Fray Luis de León citar estrofas suyas que me parecen pertinentes para celebrar los 21 años de la creación del diario TalCual, a su fundador y a su brava tropilla de aguerridos periodistas que nunca pierden la sabia serenidad cuando son agredidos o amenazados.
¡Que descansada vida
la del que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
Américo Martín es abogado y escritor.
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