Confianza para cambiar, por Luis Martínez
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Los tiempos de la desesperación de la gente no son los mismos que los tiempos que establece la dirigencia política para los cambios. Sin duda que la gran mayoría de los venezolanos atraviesan por una enorme desesperanza, desosiego y angustia, al sentir que cada vez más, la situación económica y la crisis que sufre el país se agrava a extremos insoportables. No es fácil mantener la cordura o paciencia necesaria para esperar un poco más, el desenlace previsto. Y eso ocurre fundamentalmente porque, si bien se siente alguna seguridad de que el cambio está muy cerca, la gran mayoría de los venezolanos no tienen certidumbre de cuan cerca esta.
Los tiempos políticos son distintos. Cuando se tiene una ruta sólida, con control de la gran mayoría de las variables que inciden de manera determinante en el cambio, el tiempo se administra con la seguridad de que se obtendrá un resultado positivo y lo menos traumático posible. Por ello, es sumamente importante que se mantenga la confianza que se ha generado entre quienes sufren la precariedad que ha impuesto el régimen y quienes dirigen el proceso de cambio desde la legitimidad que ese mismo pueblo le ha dado. Confianza es la palabra mágica. Lo contrario del régimen que hace todo lo que esté a su alcance para producir desconcierto, angustia y desconfianza, pues es la única opción que le queda para tratar de producir la anarquía que necesita para ganar tiempo y prolongar su estadía al frente del poder. Esto lo lleva a emprender acciones cada vez más descabelladas y osadas. Se han vuelto erráticos porque, en contraposición a otros tiempos cuando tenían los afectos de la gran mayoría de los venezolanos, ahora esas mismas mayorías los repudian y desprecias al extremo de que nada de lo que hacen, tiene credibilidad alguna. La confianza, entonces, es la clave para esperar el momento oportuno para que, por un lado se fracture aún más la coalición gobernante, dentro de la cual también subyacen elementos foráneos como los cubanos e intereses económicos disimiles como los que representan Rusia y China, y por otro lado, se amalgame totalmente la oposición política, minimizando el desconcierto de algunos sectores que todavía no logran entender la catadura del régimen, a la vez que emprenda una contundente ofensiva que obligue a quienes representan el régimen, a negociar una salida ordenada.
Los escenarios posibles bajo estas premisas dependen fundamentalmente de quienes, hasta ahora, se niegan a entender que ya no tienen el poder fundamental que se obtiene a través de la legitimidad que da el pueblo venezolano. Si el régimen en contra de la voluntad del soberano, se empeña en permanecer aferrado al poder del estado, llegaran a su mínima expresión y será muy complicado que puedan recomponer sus fuerzas de cara a un futuro político. Si negocian, como creo que en definitiva harán; muchos de sus dirigentes, sobre todos los que aun preservan orígenes democráticos, con seguridad tendrán la oportunidad de conservar su movimiento.
El cambio está cantado, de eso no hay duda. El pueblo venezolano ha soportado una grave crisis hecha tortura que, cada día se agudiza más y apresura los tiempos de cambio. Continuar alineando el deseo de cambio que anhelan los venezolanos, con hechos contundentes que lo procuren, será la tarea que hará transparente el tiempo de cambio. Confianza para cambiar.