Consejo de (In) Seguridad, por Simón Boccanegra
La guerra que Mambrú Bush y su leal escudero,Tony Blair, quieren desatar contra Irak tiene, como efecto colateral, mostrar la perentoria necesidad de reformar el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Nacida la ONU en 1945, al calor de la victoria contra el nazi-fascismo, su Consejo de Seguridad se mantiene como un verdadero anacronismo. Con sólo cinco miembros permanentes, en un mundo donde, 58 años después del fin de la guerra se han producido cambios asombrosos, consagra una asimetría obscena en cuanto a la distribución de las responsabilidades mundiales. Países como Alemania, India, Brasil, México, Japón, por sólo nombrar algunos cuyo magnitud territorial, demográfica, económica y cultural es sobresaliente, no son miembros permanentes, con poder de veto –facultad que está reservada a las cinco potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial– sino que pasan por el organismo “cuando toca” y por tiempo limitado, con la misma frecuencia, por ejemplo, que los mini-estados caribeños, lo cual significa que países tan decisivos como esos no participan del proceso permanente de toma de decisiones planetarias. Realmente kafkiano.