Consolidación de la «mesita» de diálogo depende de acuerdo para un nuevo CNE
Óscar Vallés asegura que la “joya de la corona” de las negociaciones entre Nicolás Maduro y los partidos minoritarios de oposición en la mesita de diálogo es lograr un CNE que genere confianza. Para Carlos Raúl Hernández, la oposición toda no debe repetir el error de abstenerse de participar en los procesos electorales que se convoquen
Luego de 45 días de haberse suscrito un acuerdo entre el gobierno de Nicolás Maduro y partidos minoritarios de la oposición, en una mesa de diálogo nacional, conocida como la «mesita de diálogo», y a pesar de algunos logros para los adversarios del chavismo como la excarcelación de dirigentes, entre ellas la del propio primer vicepresidente de la Asamblea Nacional (AN), Édgar Zambrano, las expectativas en cuanto a este mecanismo, que logró un golpe de efecto mediático el 16 de septiembre, se han visto mermadas, y han pasado a depender de si se logra un convenio para designar un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) para que el electorado entero acuda a unas elecciones de diputados a la Asamblea Nacional, que está pautada para realizarse en 2020.
Inmediatamente después de naufragar la iniciativa de diálogo auspiciada por el reino de Noruega, primero en Oslo y luego en Barbados, el gobierno y varios dirigentes opositores desmarcados de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y del sector que respalda al presidente de la AN, Juan Guaidó, firmaron el acuerdo en la Casa Amarilla, sede de la Cancillería, mediante el que se estableció la conformación de la mesita de diálogo, el regreso de la fracción del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados, al Parlamento, la conformación de un nuevo CNE; exhortar al sistema de justicia acordar medidas de sustitución de privación de libertad «en aquellos casos en los que el ordenamiento jurídico venezolano así lo permita»; la defensa sobre la Guayana Esequiba, y el rechazo a las sanciones económicas impuestas por EEUU y Europa sobre Venezuela.
Del acuerdo de la mesita de diálogo participaron los partidos Cambiemos, de Timoteo Zambrano; Soluciones, de Claudio Fermín; Avanzada Progresista, de Henri Falcón; y el Movimiento al Socialismo (MAS), presidido por Felipe Mujica, e Inmediatamente después de suscrito se vieron algunas muestras de cumplimiento de estos acuerdos parciales por parte del Ejecutivo, como la liberación de Zambrano y, una semana más tarde, la reincorporación de la fracción del chavismo, así como un acuerdo de reafirmación del reclamo venezolano sobre el territorio Esequibo. Sin embargo, el aspecto medular del acercamiento entre los factores sigue siendo la posibilidad de convocar un evento comicial que destranque el juego político del país.
El 22 de octubre se estableció la mesa electoral, pero hasta ahora no se ha observado la voluntad política para que la AN (de mayoría opositora) se incorpore a la iniciativa planteada por la mesa para renovar el Poder Electoral. El reto luce difícil porque para el sector de Guaidó, que insiste en el mantra del “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”, cualquier acuerdo debe incluir unas elecciones presidenciales, mientras que para el bando de Nicolás Maduro, los únicos comicios que corresponde hacer son los de diputados a la AN.
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Los analistas políticos Óscar Vallés y Carlos Raúl Hernández, consultados por TalCual para realizar un balance sobre el accionar de la mesa de diálogo nacional, coinciden en que el principal objetivo de la misma es lograr la convocatoria a unas elecciones, pero señalan que cada sector tiene un interés particular en cuanto al proceso, con lo cual, Venezuela podría arribar a una nueva contienda comicial sin que haya un acuerdo, lo cual dejaría el poder en manos del chavismo, con apenas un cambio de actores del lado de la oposición en el Parlamento.
Agenda abierta en la mesita de diálogo
Óscar Vallés, jefe del departamento de Estudios Políticos de la Universidad Metropolitana (Unimet) considera que han sido pocos los avances observados en la mesita de diálogo, pero cree que esta instancia puede seguir dando algunos frutos debido a que se fundamenta en que se pueden alcanzar acuerdos parciales, al contrario de la iniciativa de Noruega, donde nada está acordado hasta que todo esté acordado.
“Creo que la agenda aún está abierta; existe un conjunto de mesas técnicas sobre lo cual parece que gira la discusión de la nacional. No solamente se refiere al aspecto político, que no es necesariamente de cambio inminente pero sí a aspectos medulares que se ha considerado en el marco de esa mesa, y permiten algunas reformas importantes desde el punto de vista de la situación económica y social grave que atraviesa el país”, explicó el docente.
Precisó que se trata de un enfoque totalmente distinto con respecto al que se adoptó en la mesa auspiciada por el Reino de Noruega. “En esta nacional no está planteado el cambio de gobierno a corto plazo, y cuando usted el cambio político a corto plazo lo saca de la mesa de discusión con la revolución, pareciera que se puede avanzar en otros campos con mucha mayor diligencia y velocidad que cuando se asume que, para alcanzar cambios en lo económico o social, pasa necesariamente por el cambio político”.
Lealtad al madurismo en la mesita de diálogo
Vallés indicó que se podría considerar que la oposición que está en esa mesa nacional es lo que la literatura política es llamada una oposición leal al régimen. «Tiene severas críticas y aspira a cambios sustanciales en el mundo de la política, pero no aspira cambiar a quienes ejercen la conducción. Esto es lo que tipifica a esta mesa nacional de diálogo. En ese marco, en este tipo de relaciones, el gran problema que se le presenta al régimen político con una oposición leal es saber hasta cuánto esta oposición es capaz de representar a vastos sectores de la sociedad. Ese es digamos el reto fundamental», precisó.
Advirtió que, no obstante, para la oposición leal, lo que más le interesa en este marco de relaciones es saber hasta cuánto puede influir en la política pública del régimen y lograr avances importantes que le permita lograr “lo que pareciera que la otra oposición no ha logrado, que es ofrecer a vastos sectores de la población resultados concretos en materia económica, social, de seguridad”.
Parciales
El sociólogo y analista político Carlos Raúl Hernández igualmente estima que la gente espera mucho más con respecto a la llamada mesita de diálogo. No obstante, resalta que sí ha tenido avances en el mes y medio que ha funcionado.
“De hecho hay algunos resultados. La mesa de Oslo produjo cero resultados. La nacional ha producido resultados parciales. El hecho de que se haya incorporado el gobierno a la Asamblea Nacional, que se haya liberado al vicepresidente de la AN y soltado a 40 presos es un resultado parcial, aunque las expectativas son muy grandes. El gobierno se ha demorado mucho en resolver las cosas”, dice Hernández.
Tanto Vallés como Hernández desestiman las versiones según las cuales el gobierno ha dividido a la oposición con la mesita de diálogo y lo hacen señalando que ya la oposición estaba dividida desde mucho antes de instalada esta instancia.
“El gobierno ha hecho poco por dividir a la oposición porque ella está dividida por sí misma. Sencillamente (el gobierno) combate y compite con la oposición más regular, la que está institucionalizada en la Asamblea Nacional y de ningún modo compite, agrede o limita a la que está en la periferia de la AN. El gobierno gana cosas muy importantes con la mesa; la primera, es mostrarle a la comunidad internacional y sobre todo a aquellos sectores que en Europa no comulgan con la tesis de desconocimiento a Maduro, sino que mantienen una tesis moderada en el seno de las Naciones Unidas, que ellos están dispuestos a sentarse en una mesa de diálogo; en segundo lugar, que son capaces de respetar los acuerdos y, en tercer lugar, que son capaces de cumplir con los mismos” argumentó Vallés.
“La oposición está dividida desde hace tiempo porque el sector de la AN ha excluido a otro grupo de partidos y no le permite participar de las decisiones que se toman. Por supuesto, el gobierno está disfrutando esa división de la oposición. El gobierno se propone dividir la oposición con miras a las elecciones del año que viene”, opina Carlos Raúl Hernández.
En cuanto al escenario internacional, Hernández prevé que el nuevo Parlamento asumirá plenamente sus funciones, sin importar las posiciones que asuman los países. “No tiene que ver con la comunidad internacional, es un mandato constitucional. Los países latinoamericanos tienen problemas, especialmente el grupo de Lima. Esa será la nueva Asamblea Nacional y ocupará los espacios del Capitolio”, insistió.
Desconfianza
Vallés destacó que la oposición leal tiene muy poca capacidad de gestionar acuerdos importantes en áreas como los servicios públicos y está convencido de que la discusión de estos temas tendrán un mero efecto distractivo, porque el tema electoral es la “joya de la corona”.
“Es muy importante para el grupo de Zambrano, Fermín y los otros lograr un CNE equilibrado que permita revertir lo que se ha convertido en un sesgo cultural, que es la desconfianza en el sistema electoral. Es algo que es de pronóstico reservado. Es algo que el gobierno debe evaluar y medir muy bien, que el tema es vital para la oposición leal para lograr confiabilidad en vastos sectores de la población. Pero sabemos que a la revolución no le interesa tener procesos electorales transparentes y de participación masiva sino que se realicen indistintamente que ese resultado tengan plausibilidad, reconocimiento y valía internacional”, precisó.
“A mí me da la impresión de que la Asamblea Nacional no quiere llegar a un acuerdo sobre el CNE, están anclados en una petición de elecciones presidenciales y generales, pero lo único que es ineludible para todo el mundo es que el año que viene haya elecciones parlamentarias; es un mandato constitucional”, es la apreciación de Vallés.
Aseguró que lo que ocurrirá es que, si no se produce un acuerdo en la AN, y como constitucionalmente está establecido en este caso, la decisión la tomará el Tribunal supremo de Justicia, por omisión legislativa. “Entonces se convocará elecciones, habrá parlamentarias de eso no hay duda”.
“Hacer un escenario es algo aventurado –indicó Vallés. Presupone un acuerdo no en la mesa nacional, sino en la auspiciada por Noruega, pero el señor Guaidó no ha entendido que la revolución no está dispuesta a dos cosas, la primera referente al punto de honor de la revolución, que es que las elecciones del 20 de mayo no fueron fraudulentas, y la segunda, que Nicolás Maduro no está usurpando el poder”.
“La oposición (toda) debería acudir a las elecciones. Creo que desde hace mucho tiempo el peor error que ha cometido la oposición es abstenerse en los procesos electorales. En 2005 vivimos una situación parecida cuando la oposición no fue a la AN, dejaron la unanimidad al gobierno, que hizo lo que le dio la gana con el país, entre otras cosas escogió el CNE. La oposición sigue sin entender la necesidad de entender que debe entrar de nuevo en la política, y la política es el proceso electoral”, concluyó Carlos Raúl Hernández.
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