Contribución a la mejoría de la política exterior
En el aquelarre de Miraflores, la noche del 13 de abril, Chacumbele se sintió obligado a llamar la atención a «las masas», cuando a la mención del nombre del presidente Uribe se oyó una pita. Pero es que Chacu tiene locos a sus partidarios. No tienen suficiente velocidad para seguirle sus bruscos virajes. ¿Cómo quería que no pitaran a un tercio de quien ha dicho que es un «vagabundo», «un títere del imperio», «un mentiroso», «un tipo con el cual no se puede hablar» y «con el cual no hablaré más nunca»? La gente no ha podido adecuarse a los tiempos post computadora de Raúl Reyes; la gente no ha percibido que, después de que esas laptops comenzaron a hablar, Su Alteza cambió los insultos por un lenguaje melifluo y Uribe volvió a ser «el presidente hermano».
Estas situaciones embarazosas podrían ser superadas si para los mitines de Chacumbele se adoptara un mecanismo que usan en la televisión para hacer que el público que asiste a los programas en el estudio aplauda, pite o se ría. Se trata de colocar a un tipo con unos carteles que mostrarían al público, indicando lo que éste debe hacer. Así, por ejemplo, podría ponerse a Diosdado o a Izarrita, da lo mismo, con los carteles. Cuando toque aplaudir, ellos mostrarían el cartel que dice «Aplauso»; cuando toque pitar, levantarían el que dice «Pita» y así sucesivamente, para que la gente no se confunda y meta la pata, haciendo lo contrario de lo que Chacumbele tiene en mente. Esto sería muy necesario en los casos en que Chacu nombra a gente sobre la cual emite opiniones contradictorias en cuestión de horas. Por ejemplo, «las masas» tendrían que recibir indicaciones precisas acerca de cómo tratar a Obama, porque éste puede pasar, de un día a otro, de «ignorante» a «epa, negro, vente pa’cá» y no vaya a ser que el «Pueblo» trabuque imprudentemente pitos y aplausos. Ahí les dejo la idea y de nada.
