Cooperativismo y cambio climático (y III), por Oscar Bastidas-Delgado
Twitter: @oscarbastidas25
En el universo de cooperativas de energías renovables que enfrentan el cambio climático, destacan varias.
– Cooperativas solares. Resaltan las española como Som Energia, cooperativa de consumo y producción de energía verde sin ánimo de lucro que mediante compras colectivas tiene más de 1.000 asociadas con instalaciones con una potencia promedio de unos 3 kW con un estimado de producción anual de energía de 1.400 kWh por kW de potencia; produce energía eléctrica a partir de fuentes renovables como el sol, viento, biogás, biomasa. Le siguen: Eléctrica de Guadassuar (Valencia)., Cooperativa Eléctrica de Vinalesa, Cooperativa Eléctrica de Chera, Econactiva, Solar Energía Soc. Coop, y otras.
En mayo de 2016 se creó la española Unión Nacional de Cooperativas de Consumidores y Usuarios de Energías Renovables (Unccuer) que 19 cooperativas dedicadas a la comercialización de energía 100% renovable, cuenta con 85.000 afiliados (Tarifas Gas Luz s/f). En el 2018 las cooperativas españolas registraban más de 70.000 asociados y 100.000 contratos (Capellán Pérez et Al. 2018).
– De energías renovables múltiples: 1.- la cooperativa belga Ecopower que inició en 1991 con pequeñas instalaciones hidráulicas que actualmente generan, gracias a sus paneles fotovoltaicos, aerogeneradores y una central de cogeneración, más de 19.000 megavatios/hora (Mwh) para sus 24.000 asociados y 55.000 clientes; 2.- la cooperativa alemana Windfang creada en 1992, primera de ese país con el objetivo de gestionar instalaciones eólicas, solares e hidráulicas dirigida por mujeres; 3.- la francesa Enercoop constituida en el 2005, que asocia diez cooperativas de regionales cuyos asociados son productores, consumidores, asociaciones, gobiernos locales y los propios empleados, sirviendo a unos 35.000 clientes de todo el país; y 4.- la danesa Middelgrunden, la primera cooperativa eólica de ese país constituida en 1997, que agrupa a unos 8.600 ciudadanos.
– Turbinas eólicas colectivas. En este ámbito es visible Dinamarca con la experiencia autosuficiente de su isla Samsø de 114 kilómetros cuadrados y unos 4.000 habitantes puesta en marcha en 1997, cuya mayoría vecinal participa como propietaria de las turbinas junto al ayuntamiento y, con otras cooperativas vecinales gestionan centrales térmicas para calefacción. Adicionalmente poseen una planta que genera energía a partir de la quema de paja proveniente de granjeros locales, y aprovechan y otra, la de Nordby-Maarup, que se basa en placas solares y la quema de corteza de árbol (Fernández Muerza Ob. Cit.). En ese país, mediante el impulso de una cooperativa ciudadana y de Copenhaguen Energy, una empresa de servicios municipales, con más de 8.000 accionistas, se construyó en el año 2000 el parque eólico marino de Middelgrunden con veinte aerogeneradores que producen 40 MW.
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En Dakota del Norte (USA), Basin Electric impulsó en el 2010 el proyecto de energía eólico más grande puesto en marcha por una cooperativa rural de consumidores. Su granja de aerogeneradores produce 115 MW para más de 130 sistemas rurales de nueve estados que participan en la cooperativa sirviendo así a unos 2,8 millones de personas.
– Cooperativas renovables para el desarrollo social. En Totogalpa, Nicaragua, 19 mujeres y un hombre crearon en 2003 una cooperativa, «Mujeres Solares de Totogalpa«, para sustituir las cocinas alimentadas con leña y combustibles fósiles por otras de energía solar, proyecto impulsado por una profesora norteamericana.
Ellas elaboran sus propias cocinas solares con materiales locales generando empleo y reduciendo la desforestación. Gracias a este proyecto han logrado crecer individual y colectivamente, construyendo una potente identidad colectiva, tomando sus propias decisiones, generando empleo y contribuyendo al desarrollo humano y sostenible (Fernando Quiles et Al. 2018)
En Argentina, cabo entre 2010-2013 la cooperativa 26 de Agosto, de trabajo asociado ubicada en Salta, involucró la participación de múltiples actores institucionales a nivel nacional y local con una estrategia de negocios para brindar sustentabilidad a la cooperativa mediante la generación de fuentes estables de trabajo, y como estrategia estableció la difusión de tecnologías solares para la mejora de las condiciones de vida y del ambiente en la región a partir de la fabricación de cocinas solares tipo tambor, parabólicas familiares y mejoradas a leña.
Las cocinas solares y ahorradoras de leña constituyen tecnologías de creciente difusión que permiten el ahorro de consumo de combustibles convencionales (gas, leña, etc.) y presentan un alto potencial de uso en regiones aisladas de buena radiación solar. Respecto a su desarrollo tecnológico; un eje clave de la difusión fueron las actividades de educación y difusión así como la participación activa en ferias, reuniones y eventos científico-tecnológicos (Belmonte S. et Al 2013)
La española Unión de Cooperativas de Consumidores y Usuarios de Energías Renovables (Unión Renovables), constituida por 21 cooperativas de ámbito municipal/regional, comercializa electricidad a más de 105.500 asociado con criterio de consumo responsable y fomenta actividades de formación y empoderamiento en materia energética Interesante es su Misión:
«Propugnamos el consumo responsable, la economía local y la generación renovable distribuida. El coste medioambiental de producir y consumir de forma local es mucho menor, mientras la gestión local hace crecer los beneficios sociales (los puestos de trabajo se quedan en nuestro entorno, los impuestos se pagan a nivel local, más dinero permanece en la región).» Union Renovables. https://www.unionrenovables.coop
– Reciclaje del aceite usado. Fernández Muerza (Ob. Cit.), presenta en este renglón la cooperativa Por siete, en Salamanca, que emplea a trabajadores con discapacidad intelectual para la recogida del aceite vegetal usado en domicilios y hostelería, que luego se entrega a una empresa que lo transforma en biodiesel. Menciona también las cooperativas Madre Coraje y Avalón que reciben aceite de la Universidad de Granada que lo utilizan para ayudar a personas desfavorecidas y a enfermos de sida, respectivamente. Agrega que en España, varias cooperativas y asociaciones han puesto en marcha proyectos de recogida y aprovechamiento de este residuo en los que participan colectivos desfavorecidos.
Sin dudas, los ejemplos mostrados evidencian la importancia y la presencia del cooperativismo en el mundo de las energías renovables; graves problemas de estas cooperativas son los elevados capitales que se necesitan ya que montar, por ejemplo, un panel fotovoltaico en una vivienda es muy caro, pero buscando economías de escalas entre varios vecinos los gastos disminuyen. A pesar de no poseer el potencial de enfrentamiento de los problemas climáticos que pudiese desearse, son herramientas para afrontar el declive de las energías fósiles convencionales.
Oscar Bastidas es cooperativista, consultor y facilitador en Emprendimiento Asociativo y Microempresas.
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