Coronavirus: a prueba la resiliencia de las empresas, por David Somoza Mosquera
El mundo se enfrenta a una emergencia de salud pública y, sin ánimo de ser alarmista, aún no hay fecha de caducidad para la pandemia provocada por el coronavirus. Si bien las farmacéuticas han anunciado que iniciarán ensayos clínicos para tener lo más pronto posible una vacuna, esto no será a corto plazo: en el mejor de los casos podría estar disponible a principios de 2021.
Ante ese escenario, es importante que las empresas continúen adelante con lo que ya están haciendo: ser resilientes; adaptarse a esta realidad tanto para seguir con su presencia en un mercado algo recortado, pero también como una muestra de responsabilidad y compromiso con sus consumidores y clientes.
Sin embargo, a mi juicio, es necesario que las compañías, además de atender la coyuntura actual, den un paso adelante y se preparen para enfrentar posibles impactos prolongados del covid-19 en sus operaciones y funcionamiento, en el bienestar del personal, en las cadenas de suministro y distribución y en la economía en general.
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Comprender los principales impactos probables que se pueden enfrentar y planificar las respuestas desde todas luces es ganancia. Las empresas no pueden darse el lujo de ser reactivas, pues esto retrasará la recuperación, aumentará los costos de respuesta y ejercerá sobre ellas una presión significativa, lo que agravaría aún más los efectos disruptivos de un evento como la pandemia.
Esta contingencia, inédita desde todo punto de vista, obliga a las compañías a revisar sus estrategias, los planes de evaluación de riesgos y gestión de operaciones de crisis, así como los proyectos definidos para este año. De ser necesario, de acuerdo con el escenario al que se vean enfrentadas, habría que replantear actividades y ajustar los presupuestos para cubrir todas las áreas y procurar minimizar el impacto en el negocio.
3Ya han demostrado con creces que son capaces de adaptarse a esta situación adversa, pero ahora más que nunca no deben bajar la guardia. Tienen que estar alertas y, como mencioné anteriormente, prepararse para enfrentar los posibles impactos prolongados.
Estoy convencido de que no serán pocas las empresas que saldrán fortalecidas de estas crisis.
Pero para ello es necesario que tengan confianza, que estén conscientes de su propio potencial, así como de sus limitaciones, y que vean las dificultades como posibilidades de aprendizaje y crecimiento e incluso de cambio para seguir avanzando.