Coronavirus puede servir a gobiernos autoritarios para coartar libertades
El coronavirus puede conducir a los gobiernos autoritarios a limitar las libertades democráticas, advierte un trabajo de la BBC. En muchos casos, la pandemia ha originado nuevas funciones a los militares, el cierre de fronteras y la exaltación del nacionalismo. También se ha establecido un control sobre las comunicaciones
El coronavirus podría servir a gobiernos autoritarios para coartar las libertades democráticas. Aunque muchos de estos gobiernos, inicialmente, desestimaron la gravedad del covid-19, la pandemia ha originado nuevas funciones a los militares, el cierre de fronteras y la exaltación del nacionalismo. También se corre el riesgo de que, en medio de la pandemia, se debiliten las democracias.
De acuerdo con un trabajo de la BBC, la presencia militar parece lógica si, como afirman casi todos los gobernantes, esta crisis es «una guerra», como si se tratase de enfrentar a un Estado o un grupo insurgente.
Un aspecto que coadyuva a la tendencia autoritaria es que el covid-19 coincide con la tendencia global a contar con menos democracias. Según el instituto Freedom House, desde 2006, 64 países son menos democráticos, en tanto 37 gozan de menos libertades.
“La presencia de efectivos militares haciendo tareas civiles genera inquietudes, especialmente en países donde han tenido o tienen control e influencia sobre el poder político”, advierte la BBC.
Human Rights Watch y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierten del peligro que el autoritarismo en diversos países pueda restringir los derechos humanos de las poblaciones. En Filipinas, Sudáfrica, Kenia ya reportan abusos de las fuerzas militares y policiales durante operaciones de control ciudadano cuando se estableció que la gente no saliese de sus casas.
Asimismo, el presidente de la Fundación Equitas de Chile, Augusto Varas, enfatiza que “una vez que las fuerzas armadas salen de sus marcos institucionales es muy difícil que retornen a los mismos, ya que su desprofesionalización las ha convertido en otra cosa».
Puntualizan que en Estados con fuerte debilidad institucional, a las fuerzas armadas las ponen a controlar los ministerios de sanidad, la producción de medicinas y la seguridad ciudadana, lo cual aumenta el riesgo de que situaciones circunstanciales se vuelvan permanentes. Esto puede darse, especialmente, cuando no se sabe cuándo se podrá volver a la normalidad.
Tendencias autoritarias en alza
Muchos gobernantes alegan que se deben limitar las libertades para centralizar las decisiones en el poder ejecutivo. Así, por ejemplo, el presidente de los Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, después de desestimar a la pandemia, comenzó a asumir medidas, algunas de las cuales son preocupantes.
El Departamento de Justicia de EEUU ha enviado al Congreso un proyecto de ley que incluye limitar el derecho de asilo y permitir que se detenga a personas sin juicio por tiempo ilimitado. Su antecedente es la controvertida legislación que se aprobó después del 11 de septiembre de 2001 que todavía mantiene a 40 detenidos en la base estadounidense de Guantánamo.
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Por su parte, el Parlamento húngaro acaba de aprobar una ley que permite al primer ministro húngaro Viktor Orban gobernar mediante decretos, sin supervisión parlamentaria y por tiempo indefinido. Este se considera el primer caso de una democracia europea “que cae a causa del coronavirus”.
Las situaciones varían de país a país, pero la aceptación de la ciudadanía parece depender del miedo y del grado de confianza que se tenga en el gobierno. Frente el miedo y la incertidumbre, una gran parte de los ciudadanos quiere que se tomen medidas ejecutivas, rápidas y sencillas de entender. Sin embargo, esto contrasta con la complejidad de una enfermedad producida por un virus que no se conoce bien y que actúa de forma impredecible.
“En cualquier tipo de cultura política (democrática o no) cuando existe alguna combinación de incertidumbre, inseguridad y miedo, los ciudadanos por lo general están más dispuestos a sacrificar ciertas libertades y hasta pueden llegar a pedir (sin necesariamente tener conciencia de ello) que el Estado se las quite», explica Arlene B. Tickner, profesora de la Universidad del Rosario, en Bogotá.
Advierte Tickner que son los mismos Estados (junto con gobiernos, legisladores y partidos políticos) los que instrumentalizan el miedo, y la percepción de inseguridad. “Esto se hace con fines políticos para justificar la necesidad de medidas que constriñen algunas libertades con el fin de combatir una amenaza existencial», esboza.
Dificultades para coordinar
Otro aspecto develado por el covid-19 es la dificultad para coordinar las respuestas, por ejemplo, entre los Estados miembro de la Unión Europea (UE), el gobierno de España y las comunidades autónomas, y entre gobernadores de diversos Estados y la Casa Blanca.
En ese sentido, los gobiernos y políticos con tendencias autoritarias (por ejemplo, el ultraderechista partido VOX en España) argumentan que ante las múltiples opiniones y voces conviene tener un poder fuerte centralizado. La propuesta apunta a limitar tanto los poderes legislativo y judicial, como la libertad de expresión en nombre de defender la salud del «pueblo».
Control telefónico
Uno de los aspectos que ha evidenciado el autoritarismo en medio del covid-19 es que, en algunos países, el Estado rastrea los movimientos de los ciudadanos infectados a través de sus teléfonos móviles.
Una de las herramientas para controlar a la población, en medio del covid-19 es a través de la tecnología. China, Corea del Sur e Israel están tratando de controlar la crisis actual obteniendo información de los teléfonos móviles de los ciudadanos. Cuando el propietario de un móvil da positivo por covid-19, el Estado accede a un registro de sus movimientos más recientes.
De esta manera, se identifica a los usuarios de otros teléfonos que hayan estado cerca de la persona infectada y se les avisa que están en riesgo. En Corea del Sur, se hizo pública la información sobre personas infectadas obtenidas de sus teléfonos, con el fin de llamar la atención de otras con las que hayan estado en contacto, creando una posible estigmatización de los afectados.