Cortacañas, por Simón Boccanegra

Este minicronista quisiera alertar sobre la necesidad de que el debate sobre la Ley de Educación no sea arrastrado por la fatal dinámica de la polarización. El proyecto contiene unas cosas discutibles y otras buenas, que responden a la tradición cultural y educativa de la nación. Si no se le sataniza y se discute con racionalidad puede perfeccionarse, entre otras cosas porque su principal impulsor, el diputado Luis Acuña, es un hombre sensato y abierto al diálogo. A este minicronista le preocupa que una consigna como esa de “cortacañas nunca” quiera ser transformada por algunos opositores en la divisa de este debate. Ella plasma una inaceptable concepción despectiva sobre el trabajo, en particular sobre el trabajo de los más humildes, que contamina el debate con cierto aire clasista y discriminador. Descalificar de ese modo una idea plausible, como es la de la compatibilización de educación y trabajo (por cierto, cara a algunos de los más grandes pedagogos del mundo), presentándola como denigrante e indigna, está emparentada con aquella otra que no fue más feliz: “Con mis hijos no te metas”. Hugo divide, pero hay algunos a los que les encanta seguirle la corriente.