Cosas de militares, por Simón Boccanegra
El mundo militar, es cosa sabida, está lleno de rituales y de procedimientos llamados «orgánicos», que son absolutamente indispensables en un cuerpo cuya característica esencial es la disciplina y su correlato, la obediencia.
Eso es así en todas las fuerzas armadas del mundo entero. De hecho, hasta fuerzas irregulares, como las guerrillas, por ejemplo, se ven obligadas a establecer su propia «liturgia», por así decir.
Es lógico que sea así. Desde la cúspide de la fuerza armada, que está subordinada al poder nacional, sea éste civil o militar, hasta en sus instancias más inferiores, donde los actores son simples soldados, no se debate, no se discuten órdenes, sino que se obedece. Una fuerza militar no podría funcionar si cada decisión fuera sometida a debate. Un militar, del rango que sea, por ejemplo, no puede poner en cuestión la orden recibida, por muy contrario que sea a ella.
No podría discutir, por ejemplo, si debe o no obedecer la orden de ocupar una determinada posición o mover sus tropas en equis o zeta sentido. Hace lo que se le pide sin oponer objeciones, así las tenga e incluso sean razonables. Correlativamente, cada instancia posee un ámbito propio donde tiene su propia facultad para tomar decisiones, siempre que estas no contradigan las que provienen de «más arriba». Tampoco puede un oficial no facultado para ello tomar disposiciones que competen a otros. Por ejemplo, hay cambios en los mandos superiores que son atribuciones exclusivas del jefe del Estado.
Este escribidor se pregunta si esos 43 cambios de oficiales activos ordenados por Diosdado Cabello, en el estado Zulia, no constituyen un verdadero abuso de autoridad. Primero que nada, dada la naturaleza de los oficiales «movidos», su transferencia es competencia exclusiva del presidente. Llama la atención que en la propia presencia del presidente, un teniente, para colmo, retirado, ahora capitán, se haya permitido realizar esos 43 cambios, como si el presidente no existiera y no estuviera presente.
Extraño, por decir lo menos.