Crisis económica y de servicios dividen a venezolanos en tres grupos vulnerables
La debacle del país muestra a Venezuela con tres realidades: los venezolanos que devengan un salario en bolívares, los que cuentan con un ingreso en dólares y los que viven en las regiones. Todos pierden en esta crisis económica a pesar de una mejora en el abastecimiento
La perspectiva negativa que tiene la población sobre la economía sigue manteniéndose alta, aunque en menor grado que en años anteriores. Esta mejora en la percepción obedece al mayor abastecimiento que se observa en los anaqueles, la cual es consecuencia de la flexibilidad en los controles para el sector privado, además del uso de las divisas como moneda de pago.
Analistas económicos y representantes de encuestadoras locales presentes en el foro Perspectivas económicas 2020, organizado por VenAmCham, coinciden en que la estrategia económica utilizada por la administración de Nicolás Maduro para abordar la crisis, ha generado una «burbuja económica» que no necesariamente habla de un crecimiento del producto interno bruto (PIB) ni mucho menos de la eliminación de los principales problemas macroeconómicos: devaluación, hiperinflación y déficit fiscal.
Al contrario, debido a la crisis económica ahora existen en el país tres grupos de venezolanos que son igualmente afectados por la crisis: los que devengan un salario en bolívares, los que cuentan con un ingreso en dólares y los que viven en las regiones agobiados por la precariedad de los servicios públicos.
Las acciones ejecutadas por las autoridades monetarias y financieras van desde la dolarización de facto de la economía, apertura cambiaria con la despenalización de las operaciones, un agresivo encaje legal bancario para disminuir liquidez monetaria, reducción del gasto público y aumento también de facto de los precios de los bienes y servicios sujetos a control desde hace más de 16 años. Además, de una cierta libertad arancelaria que favoreció a la importación de productos y lo cual incrementó el número de bodegones.
«El gobierno abre el mercado y las personas comienzan a surtir los anaqueles, pero esto trae el problema del alto costo de la vida. Sin embargo, el desabastecimiento genera mayor impacto en el consumidor. El gobierno ha radicado el problema hacia los empresarios porque el abastecimiento es problema del gobierno, pero el que el salario no alcance para comprar es, para la persona, responsabilidad del empresario que no aumenta los sueldos», resalta Luis Maturén, gerente general de la encuestadora Datos.
De acuerdo a los resultados de la última encuesta de Datos realizada en enero de 2020, 79% de los venezolanos dijo que la situación del país era «muy mala», cuando en el año 2016 era de 90%. Mientras que 56% de la población señala que la situación se pondrá «peor» dentro de los próximos seis meses. No obstante, solo 9% de las personas dijo que era «buen momento» para comprar bienes para el hogar y 10% para adquirir un carro.
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Maturén indicó que el Indice de Confianza al Consumidor medido por Datos desde 1982 se recuperó en diciembre en comparación con años recientes, lo cual a su juicio, fue producto de la entrega de alimentos subsidiados a través de las cajas CLAP. «57% de la población dijo haber recibido CLAP en el último mes. Esto revela que el gobierno, a pesar de la crisis en la que se encuentre, va a dirigir todos sus recursos hacia su estrategia del CLAP. En 2019 además se dieron 20 bonificaciones, los cuales sumaron apenas 87 dólares, «por lo que el CLAP tiene mayor impacto en la población».
Por su parte, Luis Vicente León, director de Datanálisis, coincide en que el venezolano continúa viendo un país en crisis económica. Según el último estudio de percepción de la consultora, 91,6% de los encuestados afirma que el país esta mal o muy mal. «Sienten que esta situación les genera estrés y problemas en su vida cotidiana, en la infraestructura que lo rodea, de confianza, entre otros».
Resalta que ante la situación precaria y sobre la mejora que se percibe de la economía, los consultados sostienen que hay adaptación y flexibilidad ante la crisis. Es por ello que cuando se les preguntó cómo estaba su situación personal en febrero pasado, 64,6% de los venezolanos dijo que era negativa, versus 84% de febrero de 2019. Mientras que 34% dice que su situación es buena o muy buena.
«Esto arranca un debate gigante sobre cómo en un país que está mal hay un tercio de los venezolanos que evalúa que su situación es buena. Esto no es porque hay nuevos bodegones donde venden productos importados, sino porque se produjeron varios cambios fundamentales», dijo León.
Destacó que hay algunos subsectores que muestran cierta recuperación, pero no se ha resuelto por completo la crisis económica. «En un país con una economía enana, hay sectores que comienzan a rebotar frente a lo que era una crisis perversa en 2018, especialmente sector no transable como comercio y servicios».
Para el economista y director de la consultora Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, los venezolanos experimentan una mejoría en los mecanismos de distribución de bienes, pero aún persisten los altos precios y una economía en hiperinflación. A su juicio, la apertura relativa de la economía o la flexibilización tiene razones totalmente políticas.
«Lo notorio es la profundización de la dolarización transaccional, en medio de un leve repunte en el sector comercio y servicios, aunque no se puede hablar de crecimiento económico. Se ha permitido la entrada de bienes para compensar la baja producción local y se han relajado las políticas de controles. Este es un gobierno que está gastando menos que antes y el peso lo asume ahora el sector privado, que a su vez debe vigilar con más interés su flujo de caja y la estructura de la empresa», apuntó.
Oliveros recordó que la actividad económica entró en su sexto año de caída, al punto que Venezuela tiene una economía 70% más pequeña en comparación con el año 2014, con la producción petrolera en solo 500.000 barriles diarios y comprometida con Rusia y China. «No somos la gran Venezuela sino un país centroamericano (…) El país cambió y la gerencia también debe cambiar. No se volverá al pasado”.
Economía dolarizada, pero…
Para Luis Maturén, la confusión o la incertidumbre que se ha generado en el país sobre una mejora económica, obedece principalmente a la percepción que tienen los venezolanos según los ingresos que perciben. Considera que hay tres grupos definidos: los que reciben bolívares, bonificaciones en moneda nacional o que dependen de algún programa gubernamental y los que perciben ingresos en divisas. Pero ahora, se incluye un nuevo segmento: la población que vive en el interior del país y que sufre de la falta de electricidad, agua, gas doméstico, transporte público y gasolina.
Según la encuesta de Datos, 27% de la población recibe algún ingreso en dólares, es decir, 1 de de cada 4 venezolanos. «Esto crea un grupo diferente al resto, con patrones de respuesta distinto».
Por otra parte, 52% de la población dijo tener un ingreso fijo, ya sea por su trabajo en una empresa privada o pública, o por un trabajo informal. «De ese 52% que trabaja, 33% de las personas que laboran en una empresa tiene un ingreso adicional, y de ese porcentaje 30% recibe divisas. Mientras que 57% dijo que recibe pagos en moneda extranjera».
Luis Vicente León coincide con que la sensación de mejora también viene dada por el acceso a divisas que está teniendo la población. De acuerdo a los resultados de la encuesta de Datanálisis, 45% de la población dice recibir de manera directa divisas, mientras que 60% de las transacciones en Venezuela son en divisas.
«La dolarización no irá hacia atrás, es un sistema que vino para quedarse (…) En medio de esa macrocrisis económica terrible que vive el país se produjo sin duda una presión de cambio en el modelo económico, hay una apertura de facto de la economía. La apertura ha sido un efecto secundario y esto explica la profundización del uso de la divisas. Esto explica que el país se dividió entre venezolanos sin acceso a divisas y los venezolanos con acceso a divisas. Ricos y pobres tienen acceso a divisas», sostiene.
El director de Datanálisis destaca que la apertura produjo una desaceleración de la hiperinflación, pero también un tipo de cambio volátil, fragilidad en el sector bancario, las remesas en crecimiento. «Eso es como que le mandaron a un enfermo del corazón, una medicina para el riñón, pero le detuvo la caída del cabello (…) La gente se ha ido habituando y reconstruyendo sobre lo que se tiene».
Señala además que en el país hay un incremento importante en la fuente de divisas alterna al petróleo y, de acuerdo a sus cálculos han ingresado más de $14.000 millones al país, entre remesas, repatriación de divisas. Estima que las remesas crecerán hasta llegar a los $5.000 millones en 2020.
«Hay un grupo de personas que están tratando de proteger sus dinero, lo han traído al país por el miedo que tiene a las sanciones y al congelamiento de sus cuentas. Ese dinero impacta la economía junto con el oro, contrabando, la actividad informal y el lavado de dinero porque ahora se convierte en un país en el cual se puede pagar en efectivo sin generar suspicacias».
Sueldos en crisis económica
Pero ya sea que los venezolanos tengan un ingreso en bolívares o en dólares, existe un consumidor totalmente mermado en su capacidad de compra debido a la hiperinflación. Iván Acosta, director de PGA Group, destaca que durante el último año, la persona que tuvo un ingreso en divisas perdió 17% de su poder de compra.
Según cifras de PGA Group, en la actualidad el pago en multi moneda es recibido por 100% de las directivas de las empresas; los gerentes lo reciben en 95% de los casos; mientras que el 80% de los empleados profesionales tiene este beneficio.
Acosta aconseja a los empresarios pagar más de manera individual que de manera grupal, para de esta manera premiar el desempeño, el potencial del individuo y desde luego lo crítico que pueda ser su labor para la supervivencia de la empresa. «El reto en 2020 pasa por mantener los ingresos de los trabajadores, invertir en la gente y ofrecer un seguro de salud con cobertura en moneda dura».
Crece la migración interna
Pero en Venezuela ahora existe una nueva realidad: la migración interna y la cual también genera nuevos patrones de consumo. Según los resultados de la encuestadora Datos, 22% de los encuestados dijo tener algún familiar o conocido que decidió mudarse a Caracas en los últimos tres años. El principal motivo: el acceso a los servicios.
«Vivir en Caracas es una cosa o vivir en el interior del país es otra. Es por ello que se ha incrementado el tráfico en Caracas, hay nuevos alumnos inscritos en las escuelas que vienen de Maracaibo o de Barquisimeto. Ya no tenemos una Venezuela y dos realidades, ahora es una Venezuela con tres realidades«, afirmó Maturén.
Maturén se refirió también a las tres versiones de Venezuela que conviven en la actualidad: la de Caracas, la del interior y la de Maracaibo y Los Andes, muy diferentes por razones socio económicas y de índole de calidad de la infraestructura.
Ese grave malestar de la población, derivado de la crisis económica y de los servicios públicos, no permite -por cierto- percibir la desaceleración del índice inflacionario de los últimos meses meses, aunque Venezuela continúa mostrando la tasa de inflación más alta del mundo.
En estos escenarios de crisis económica, la población venezolana está manifestando distintos sentimientos: 52% muestra tristeza, 29% rabia, 16% manifestó sentirse frustrado, 9% esperanzado. «Ante momentos de crisis no se contesta objetivamente, sino relativamente, las personas toman decisiones y responden cuestionarios emocionalmente, es difícil manejarse en un mercado así, hay mucha irracionalidad».