Crisis y sexo, por Saúl Jiménez Beiza
Twitter: @sauljimenezbei1 | Instagram: @sajidb47
Realizamos un trabajo de campo en una comunidad del sur, llegando al centro, saludamos a una de las abuelas y esta le respondió: «he estado sin dormir toda la noche por algo que nos sucedió”, esa expresión de inmediato nos hizo prender las alarmas y le inquirimos, el porqué de no dormir, inició su relato, su nieta de 17 años había llegado muy contenta a su casa el martes porque le habían ofrecido un trabajo donde se iba a ganar como $200 semanales en un horario cómodo y accesible y que el jueves iría a la entrevista y podía empezar de una vez, eso entusiasmó a la familia porque así resolverían las carencias económicas y de alimentación que están pasando.
Resulta que el jueves en la noche les llegó otra muchacha a la casa para decirles que Jacinta estaba «secuestrada» en una quinta al norte de la ciudad y que debían buscar la forma de rescatarla antes de que le hicieran daño, desde ese momento la familia empezó a movilizarse, la muchacha les dio la dirección y la cédula original la tenía guardada la abuela y ella cargaba una copia.
Fueron a precisar la dirección que les había indicado junto al novio de la muchacha y un tío, llegaron al sitio para preguntar por el nombre de la joven y les señalaron que allí no vivía nadie con ese nombre y le dijeron el nombre de 3 chicas que están residenciadas en esa casa porque dijeron que ellos les alquilan habitaciones a jóvenes estudiantes de la universidad, ninguno coincidía con el de la nieta, de esa forma se dirigieron a la policía, lograron que una comisión se trasladara al sitio, de igual forma preguntaron y de nuevo les dijeron los nombres de las personas que viven en la casa e igual, no coincidían.
Al insistirle a la comisión policial lograron que ellos buscaran la forma de entrar a la casa o que las personas trajeran a las jóvenes para ver su identidad, de lo contrario buscarían allanar la casa, de esa forma lograron que sacaran a las muchachas para que los policías verificaran sus cédulas de identidad, al salir las chicas con sus respectivas copias de cédula de inmediato reconocieron a Jericar como su pariente y ella corrió al encuentro de ellos, de esa forma lograron rescatarla de las personas que han convertido la trata de blancas en su medio de vida.
Es una situación bien delicada por la que está pasando nuestra sociedad desde hace cierto tiempo y producto de la crisis económica y social que se está viviendo, el sexo de los jóvenes se viene convirtiendo en una mercancía apetecible para las personas que tienen mayores recursos y sobre todo, las personas que utilizan estos establecimientos clandestinos son extranjeros, fundamentalmente de los países del medio oriente que vienen ocupando casi todos los espacios del comercio en las grandes ciudades.
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Cuando nos relacionamos con el trabajo comunitario en las zonas populares nos encontramos con esas realidades, cada día se hace más común que las jóvenes, producto de la crisis que están viviendo combinen sus estudios de secundaria y universidad con la práctica del sexo como medio de cubrir sus necesidades de alimentación.
Por cuanto señalan que en su casa no hay ingresos para cubrir la compra de alimentos y no pueden permitir que desfallezcan por esa carencia, situación que aprovechan estas personas para buscar la captación de estos jóvenes y su posterior «venta» a los traficantes o trata de personas.
Lo más triste es que esto suceda a los ojos de todos, existen zonas específicas donde hay mayor concentración de personas en las paradas de las busetas para ir enamorando a estas jóvenes, luego de conocerlas y saber de su situación familiar les proponen la probabilidad de «conseguirles» un trabajo lucrativo y que no interfiere con sus actividades cotidianas.
Como sociedad y a través de las diversas organizaciones de la Sociedad Civil debemos trabajar este tema y realizar campañas en las escuelas, liceos y universidades, igualmente buscar alternativas que les permita a estos jóvenes lograr trabajos estables en organizaciones públicas y privadas, para que cubran sus necesidades básicas de alimentación, vestido, calzado y estudios y así frenar esta situación tan irregular que se nos está presentando como sociedad, Además evitar la trata de personas, la prostitución infantil y el secuestro de jóvenes que se las llevan al extranjero para prostituirlas.
Es un reto grande que se tiene por delante, pero es lo menos que podemos realizar para reinstitucionalizar la honestidad, valores, ciudadanía, desarrollo, estudio y trabajo productivo para lograr una Venezuela diferente, de lo contrario podemos decir que tenemos una falsa sociedad y los venezolanos, en su gran mayoría, somos personas de bien, con formación familiar y social, con principios y valores muy nobles, solidarios, afectivos y generalmente trabajamos por el bien común.
Saúl Jiménez es presidente de la asociación civil Casa del Nuevo Pueblo-Carabobo/CESAP.
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