CRÓNICA | Los vecinos devolvieron el cauce del barrio Catuche
Los vecinos del barrio Catuche en Caracas, junto a organizaciones de la sociedad civil y universidades realizaron el evento «Catuche en su cauce» para mostrar los avances de la comunidad, tras los sucesos que afectaron a la zona hace 25 años, al mismo tiempo de lo que hoy se conoce como la Tragedia de Vargas
«Fue la misma gente que quiso recuperar el barrio, sin que se metieran políticos en el trabajo, solo nosotros y el padre José Virtuoso», dice Henry Hernández, habitante de Catuche: un barrio ubicado en el centro de Caracas y que debe su nombre al río del mismo nombre y que baja desde el Parque Nacional El Ávila.
El pasado 14 de diciembre, organizaciones no gubernamentales y varios activistas sociales organizaron la quinta edición de «Catuche en su cauce», una especie de festival con exposiciones artísticas, recorridos por el barrio y hasta un bingo bailable entre la comunidad y los visitantes. El evento ocurrió desde las 9 de la mañana hasta las 8 de la noche.
La profesora Florinda Amaya es activista social en el barrio y una de las organizadoras del peripateo de «Catuche en su cauce», una de las varias actividades del evento y en la que se recorrieron varios lugares de la zona, luego de una muestra de cómo estaba Catuche antes del proyecto emprendido por los ciudadanos.
Amaya también comenta que la realización de la actividad en esa fecha es importante porque también coincide con los 25 años de la Tragedia de Vargas, uno de los desastres naturales más graves de la historia contemporánea en Venezuela.
Durante el suceso, Catuche sufrió las consecuencias de las intensas lluvias y el río reclamó su cauce, pues varias viviendas estaban construidas encima del recorrido y el lugar se convirtió en barro y escombros. La organización vecinal fue clave en la gestión de la emergencia, pues desde la llegada del entonces seminarista José Virtuoso al lugar en 1993, los residentes realizaron los planes de socorro y evacuación ante situaciones de peligro.
Apenas 11 personas fallecieron durante el deslave en el barrio, en comparación con la cantidad de muertes de la vaguada en Vargas y de la que, a día de hoy, se desconocen las cifras oficiales.
Las madres catucheñas y el alto al fuego
Los catucheños fueron reubicados a varias ciudades, a la espera de volver a su barrio. Pero los trabajos de reconstrucción por parte del Estado demoraron más de lo previsto y empezaron las invasiones, por lo que las personas decidieron regresar a Catuche y levantar sus hogares. La tarea no fue sencilla porque a la situación se sumó una amenaza: los conflictos armados entre habitantes.
No fue hasta el año 2006, cuando las madres del barrio se reunieron en la capilla de la zona para acordar un alto al fuego e iniciar la paz. Y con ello, también se retomó el proceso de reconstrucción social del lugar.
Se delimitaron los límites para construir sin afectar el cauce del río, los habitantes señalizaron las calles del barrio y se crearon dos centros comunitarios y varias canchas deportivas con el trabajo entre la comunidad y el movimiento Fe y Alegría con el apoyo de oenegés, estudiantes de la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Católica Andrés Bello.
El centro comunitario en la entrada del barrio tiene una fotogalería creada por el medio Historias que Laten junto al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y lleva por nombre «Miradas jóvenes de Catuche». La señora Mercedes y el señor Monterola son los primeros en recibir a los visitantes y darles la bienvenida al lugar.
«Cuando entres a Catuche, pasa tranquilo que aquí solo hay gente de bien. Cualquier cosa pregúntale (a la gente) si no han visto a Monterola por ahí», dice el señor recostado en una de las paredes del centro comunitario.
Camino al sector La Quinta, el río acompaña el trayecto de la caminería. Del otro lado, hay varias casas con fachadas coloridas y se pueden distinguir las viviendas en las que se vende comida o artesanías por los carteles. Los avisos no son los típicos de «Se vende…», sino que con rimas y poesía invitan a la gente a comprar lo que ofrecen sus habitantes.
La cooperación entre la iglesia y la comunidad
En el centro comunitario del sector (el segundo que hay en Catuche) funciona a la vez un salón de tareas dirigidas, un maternal y la capilla donde se dieron los acuerdos de paz entre las madres del barrio.
Eloína, la directora del maternal, cuenta que el plantel tiene siete años de existencia y se creó en el momento más grave de la crisis social y económica de los últimos años en Venezuela: «No teníamos para darle de comer a los niños, pero afortunadamente logramos alimentarlos con apoyo de todos los padres», recuerda.
Su hija es una de las madres cuidadoras del maternal y Eloína explica que el sitio se mantiene por la mensualidad que pagan los padres:
«Ellos pueden dejar a los niños en la mañana y vienen por ellos en la tarde. Pueden pagar una parte de la mensualidad en la semana y así, como se les haga más fácil porque sabemos que no es fácil».
Los vecinos del sector valoran el centro comunitario y coindicen en su importancia como espacio de encuentro y de construcción del tejido social. Tanto así que la capilla lleva por nombre «San Ignacio de Catuche», una muestra de la influencia del trabajo de la orden ignaciana en la comunidad y el sentido de pertenencia de los catucheños.
También insisten en que los caraqueños y demás ciudadanos son invitados siempre al barrio y destacan que lo logrado en Catuche es un ejemplo que lo que se puede hacer con acción comunitaria y la cooperación entre vecinos.
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