Crónica | Visita al Monumental de Caracas: béisbol repleto de adornos
La experiencia en el Estadio Monumental de La Rinconada es de primer nivel, gracias una infraestructura abrumadora, panorámicas extraordinarias de la ciudad, decenas de locales comerciales y alternativas de entretenimiento que suman al show que ofrece la pelota venezolana, a costas del abandono del Universitario y los negocios allí instalados, que difícilmente encuentren prosperidad tras la mudanza de los Leones del Caracas
Desde la Autopista Valle-Coche, a kilómetro y medio de distancia, empieza a apreciarse la imponente infraestructura del Estadio Monumental de La Rinconada, colmada por resplandecientes luces que aclararon la noche del jueves 9 de noviembre, fecha en la que los Leones del Caracas recibieron en su nueva casa a Cardenales de Lara.
El arribo del equipo de TalCual fue a las 6:20 p.m., unos 40 minutos antes del inicio del cotejo pautado para las 7:00 p.m., un margen que en teoría permitiría adquirir las entradas y entrar al estadio a tiempo. Pero el ingreso no es tan sencillo como parece y está plagado de contratiempos.
La primera sorpresa es la falta de señalización para una confusa entrada. Las indicaciones las proporciona el personal de seguridad: «sigan la acera en todo momento hasta al final, donde van a ver una rampa». Desde ese punto, no queda otra más que caminar a paso firme durante unos 10 minutos para llegar al punto indicado, recorriendo una calle deteriorada que pareciera seguir en remodelación.
En aproximadamente un kilómetro de recorrido, hasta cinco revendedores pueden acercarse ofreciendo entradas «al mismo precio de la taquilla», mientras otros vendedores ambulantes merodean la zona vendiendo camisas y gorras alusivas al Caracas. Esquivar las ofertas suma adrenalina a la agotadora caminata.
Alcanzar finalmente la rampa de acceso da un atisbo de seguridad, pues desde este punto la infraestructura muestra un mejor estado. Pero ni siquiera el asfalto liso y de buen aspecto puede mitigar el auténtico ejercicio que representa subir hacia el estadio. La rampa es la preparación para una serie de escaleras que juntas suman casi 200 escalones, capaces de dejar sin aliento hasta al más fitness del grupo.
La maratónica subida por las escaleras muestra, una vez más, fallas de accesibilidad, pues no se instaló ni siquiera una baranda para que las personas se sostengan en el ascenso. El acceso de personas con discapacidad y de la tercera edad quedan fuera de toda la obra.
Más de 150 escalones deben ser recorridos para comprar la entrada legalmente en físico. En este punto se encuentran 13 taquillas instaladas para la adquisición de los boletos, a unos pocos metros de la entrada del estadio. También se ofrece la opción de comprarlas en digital en la página web de MakeTicket. Los precios van desde los 6 hasta los 50 dólares.
A las 6:40 p.m. quedaban unos 20 minutos para comprar las entradas e ingresar al estadio antes del inicio del juego, y las colas parecían cortas en las siete taquillas habilitadas ese día, pero el avance fue agonizantemente lento. Pese a que no eran más de 10 compradores por fila en la taquilla elegida, los boletos se compraron a las 7:15 p.m, tras casi 40 minutos de cola.
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El proceso en la taquilla explica el retraso. La ventanilla que separa al comprador del cajero no tiene ninguna abertura para escuchar, por lo que los compradores deben inclinarse hacia la rendija por la cual se retiran las entradas para poder comunicarse. Una persona alta irremediablemente debe ponerse en cuclillas mientras es atendido para poder escuchar las instrucciones.
Con entradas en mano, la experiencia mejoró radicalmente. Solo quedaban unos 50 escalones restantes por atravesar para acceder a un patio central previo a la entrada del estadio. En este amplio espacio se encuentran un restaurante especializado en carne en vara y un casino de libre acceso que, pese a ser pequeño, tiene los juegos de máquina y de mesa más frecuentes en este tipo de espacios. Al lado de la puerta, como toda fachada de casino, se exhibe un vehículo de último modelo.
Tras esta distracción lúdica, solo quedan unas últimas escaleras antes de llegar, finalmente, al campo. Recorrerlas es satisfactorio y la vista va descubriendo, poco a poco, como si se tratase de un regalo, la espectacular postal que se puede apreciar desde la entrada, que encuentra un perfecto equilibrio entre el cuidado césped del diamante de juego, la asimétrica estructura de los tres pisos de tribuna, las potentes luces y al fondo, media Caracas ensombrecida por la noche. Sin duda, un punto fuerte de la experiencia es la memorable vista desde el Estadio Monumental.
Del comercio familiar al corporativo
La acción en el campo había empezado. Caracas y Lara cerraban ya el primer inning para el momento de llegada a las tribunas, pero la pelota quedó en un segundo plano al contemplar la generosa variedad de alternativas de entretenimiento y consumo disponibles en el enorme pasillo que conforma la tribuna que rodea al estadio.
Los locales de comida y bebida abundan de punta a punta de este extenso pasillo, con franquicias populares como Arturo’s o McDonald’s —que abrirá próximamente—, otras marcas que han ganado gran popularidad recientemente como Fresh Fish o Caracas Burger, y otro puñado de emprendimientos poco conocidos que encontraron su oportunidad en estos espacios.
De tanto en tanto, también se ubican comercios de Regional, marca que se mudó con los melenudos al Monumental. Ofrecen al público sus cuatro marcas: Zulia, Morena, Regional Light y Regional Pilsen; todas por un precio de $1,5.
Pueden emplearse hasta unos 20 minutos para recorrer las tribunas a cabalidad y observar todos los negocios que hacen vida en el estadio que, por momentos, parece más bien un centro comercial. En este recorrido se contabilizaron aproximadamente unos 50 locales de comida y bebidas.
Con la presencia de un músculo empresarial pronunciado como sostén de la propuesta del Monumental, tal y como evidencia la cantidad de locales, fue imposible no denotar el cambio de enfoque ante el anterior estadio de los Leones, el Universitario, donde las franquicias y el lujo no tenían lugar entre los emprendimientos de corte familiar que colmaban la Plaza de Los Estadios en días de juego.
Los toldos desplegables fueron reemplazados por foodtrucks, los negocios familiares por grandes marcas corporativas y los comerciantes tradicionales por trabajadores recién contratados.
Antes de llegar a las deslumbrantes luces del Estadio Monumental, el equipo de TalCual hizo una parada previa en la Plaza de los Estadios, antesala del Estadio Universitario. Ahora descuidada y desolada como nunca se pensó que estaría durante un día de juego de los Leones.
Los comercios preparaban todo para trabajar el día siguiente, cuando sí se jugaría pelota en el Universitario, precisamente por parte del Caracas, pero esta vez como visitante de la que fue su propia casa, pues serían recibidos por los nuevos locales, Bravos de Margarita.
Sin tapujos, los comerciantes comentaron a TalCual las vicisitudes que atraviesan tras la mudanza, con menos ventas y los estadios parcialmente vacíos al albergar a dos equipos ajenos a la ciudad. Irónicamente, aún tras haber abandonado su hogar, el equipo melenudo sigue atrayendo a la mayor cantidad de afición al Universitario los días que juega como visitante.
«Nuestras ventas han bajado bastante, diría que 60%. Los días que juegan Caracas o Magallanes como visitantes son los días que más esperamos ventas, porque son los equipos que más aficionados traen al estadio», confesó César Hidrogo, quien heredó el negocio familiar que fundó su papá 40 años atrás vendiendo arepas en la Plaza de los Estadios.
Las familias fundadoras de esta red de comercios, que otrora colmaban la Plaza de los Estadios recibían a miles de venezolanos cada día que jugaban los Leones o el Caracas Fútbol Club, ahora dudan sobre cómo van a subsistir sin un público al cual venderle.
Alicia Blanco, cuyo negocio ha sido atendido por cinco generaciones de su familia, manifiesta sentirse traicionada por el trato recibido de parte del equipo que la representó durante décadas, pues la decisión de mudarse no fue comunicada con antelación y mucho menos consultada. Por el contrario, fueron despojados de las estructuras que tenían, aportadas por Regional, que también se mudó a La Rinconada.
«Esto nos cayó de sorpresa. Los kioscos que teníamos eran de Regional y, al irse de aquí, se llevaron todas sus estructuras. Quedamos en el aire. Ellos debieron habernos anticipado que se iban para que nosotros buscáramos la manera de acobijarnos, para prepararnos. No ha sido fácil, pero estamos trabajando», confesó.
Aunque está a kilómetros de distancia, el Monumental se hizo tan grande que su sombra acabó arropando al Universitario, sembrando la incertidumbre en decenas de familias a las cuales se les despojó el negocio que a duras penas les garantizaba llevar comida a la mesa.
Ambiente por lo alto
De vuelta a los pasillos del Monumental, la exhaustiva búsqueda de opciones para comer culminó con un clásico caraqueño: Arturo’s, que sorprende con un menú especial que se adapta a las necesidades del consumo en un estadio. Nuggets, sticks de pollo y medallones son las piezas de proteína que ofrecen en el Monumental, cada una por $3 y, en caso de agregar papas fritas, $5.
Con las compactas cajas en las que sirve Arturo’s, lo siguiente por hacer era ubicar los puestos. Las entradas especifican la zona, fila y número del asiento asignado. La señalización dentro del estadio es acertada, pues en cada zona del estadio hay desplegadas varias vallas bastante visibles que identifican el área con una letra.
Incluso pese a la buena señalización, los trabajadores del estadio se ponen a la orden para guiar a los visitantes más despistados y, en caso de que haya suficiente disponibilidad de asientos, ubican a los aficionados en las sillas más cercanas posibles.
Ya en los asientos, lo que resta para disfrutar de una noche en el estadio es disfrutar del ambiente típico del beisbol criollo. La voz que anima el juego se esfuerza por encender a la afición, y las rencillas amistosas están a la orden del día. Incluso, durante el juego un aficionado se puso de pie vistiendo una camisa de los Navegantes del Magallanes en medio de la tribuna de los Leones. Recibió abucheos mezclados con risas, todo dentro del espíritu deportivo.
Con un juego más que resuelto por una aplastante victoria de los melenudos que empezaba a dar paliza desde el tercer inning y con la hora apremiando, la jornada de TalCual en el estadio concluyó antes de que culminara el juego. Esta vez, el reto al salir no era aguantar la prueba física de las exigentes escaleras, sino más bien bajarlas con el miedo de sufrir una estrepitosa y larga caída.
Los problemas de accesibilidad terminaron siendo el único, pero de una experiencia que muchos venezolanos tendrán la oportunidad de disfrutar en el Estadio Monumental, pues el plan beisbolero se adapta a muchos bolsillos y ofrece un entretenimiento variado que garantiza a la apasionada afición poder disfrutar de su deporte favorito en un nuevo y deslumbrante escenario.
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