Cuando la política también entra por los ojos, por Pablo Quintero M.

Twitter e Instagram: @Pabloquinterove
Durante la crisis del coronavirus y el confinamiento global, el consumo de información se redujo en cierta medida a las redes sociales. En cuestión de segundos no sólo obtenemos información sobre los acontecimientos nacionales e internacionales, sino también, a través de las imágenes, podemos percibir estados de ánimo y cambios políticos y sociales en desarrollo.
La forma de percibir algo negativo o positivo, nace de lo que vemos, escuchamos y sentimos. Sin percepción no hay ideas y sin ideas no es posible la ejecución de la política tal como la conocemos. Por eso muchos de los gobiernos optaron por comunicar su gestión con imágenes, dándole entrada a la simplificación y a la plasticidad de la información.
Cuando una imagen se incorpora en la comunicación política nos alejamos un poco del pensamiento racional y analítico. Entramos en un área de emocionalidad, identificación y proyección en diferentes audiencias o comunidades.
La fotografía en política es intencional, estratégica y emocional. Debe inspirar confianza y dejar una huella en la colectividad. Una imagen capaz de despertar emociones y que además coincide con nuestra visión de mundo, nos moviliza y contribuye a crear una conexión entre el protagonista de la fotografía y su audiencia.
Las imágenes comunican, nos conducen a pensar en ideas, son fáciles de recordar como una señal de tránsito. La simplicidad puede ser más poderosa que un discurso vehemente. Si sabemos comunicar con imágenes, movilizaremos más rápido que con las palabras.
Es importante que la ciudadanía sea capaz de percibir una propuesta, una idea o una intención política, a través de actores que sepan combinar un buen relato con una buena imagen. Los tristes nos avanzan, no ganan elecciones y no solucionan los problemas de la sociedad. Aquellos políticos cuya percepción está encasillada en el miedo, la indecisión e incertidumbre tienden a decantarse. Nadie le apuesta a perdedor.
Todo lo que se comunica través de imágenes debe llamar la atención y crear empatía. La excesiva racionalidad no suele tener éxito. En comunicación política no se da puntada sin dedal. Cada uno de los elementos que componen la imagen está estudiado y responde a una razón específica.
Para proyectar imágenes de manera exitosa necesitas entender cómo piensa la gente, a qué le da valor, cuáles son sus creencias y convicciones, cuál es el estado de ánimo que predomina. Entender que hay que ser diferentes.
*Lea también: ¿Hasta cuándo?, por Leonardo Regnault
Uno de los grandes problemas de los políticos venezolanos es creer que todo lo que se ve comunica. No es así. Una sociedad distraída, cansada y desinformada, no es capaz de recordar mucho menos de analizar lo que queremos transmitir con imágenes. Es fundamental construir de forma constante buenas percepciones para ser memorables. La suma de percepciones positivas ayuda a persuadir y generar confianza.
La autenticidad es otro elemento de gran importancia al momento de comunicar, ya que las personas, por lo general, reconocen a simple vista lo falso, la pose y la falta de espontaneidad.
Otro de los errores más comunes de la política venezolana es el exceso de filtros y racionalidad. El mensaje tiene que ser claro, fácil de entender y tangible. Debe incluir una alta carga valorativa y debe ser creíble. Las percepciones, la semiótica y la simbología juegan un papel fundamental.
El político tiene que ser y parecer y no dejarse arrastrar por sus propias percepciones, debe construir un poder real, así sea mínimo.
La oposición necesita verse en el espejo y preguntarse qué imagen está proyectando, cómo son percibidos, cuál es su capacidad real de poder. Un político que es percibido como inoperante termina por estorbar en todo sistema político, ya que no traduce las demandas en soluciones. Si la gente mantiene durante mucho tiempo una percepción negativa de sus representantes, se genera rechazo. Y hay que tener en cuenta que, en líneas generales, los fracasos son memorables.
Politólogo, director de Ideadata, consultor político y asesor comunicacional de campañas electorales, profesor de la UCV, miembro de la Asociación de Consultores Políticos ACOP.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo