Cubazuela, por Teodoro Petkoff
Pobre Cuba. Qué destino el de su pueblo. Cuando toda América Latina en 1825 se había librado del colonialismo español, Cuba hubo de esperar casi 75 años para lograrlo y eso, a medias, porque por un lado salieron los soldados de España y por el otro se metieron los gringos, haciendo de la pequeña isla un virtual protectorado, sobre el cual se reservaron el derecho de intervenir militarmente, consagrado en ese monumento del cinismo imperial que fue la Enmienda Platt. Hasta que llegó el comandante y mandó a parar, Cuba era en los hechos una extensión de los Estados Unidos —además de lo peorcito de este país, las mafias. Poco duró la euforia porque un tiempito después, envuelta Cuba en la vorágine de la Guerra Fría, la sobrevivencia de la revolución pagó el precio de la dependencia y la subordinación respecto de la Unión Soviética. Desaparecida ésta, sumergida Cuba en los horrores del llamado “periodo especial”, durante el cual la vida de los cubanos llegó al borde de la animalización, para sobrevivir, de nuevo paga el precio de la dependencia. Esta vez del gobierno de Hugo Chávez.
Para los cubanos que todavía no lo creían, Hugo Chávez se los hizo ver clarito el domingo pasado con su ridículo y abusivamente narcisista discurso en Santa Clara. Chávez se proclamó co-presidente de Cuba. Venezuela y Cuba un solo gobierno, exclamaba, en lo que parecía un verdadero ataque de delirium tremens. Bueno, pero ya es cosa de los cubanos ver qué harán con este venezolano que aspira nada menos que a calzar las botas de Fidel Castro. El asunto debe ser un motivo de reflexión para Raúl Castro, el hermanísimo.
En cambio, lo que sí es asunto nuestro es preguntarnos quién carajos le dio a Hugo Chávez el derecho a proclamar que el de Cuba conforma un solo gobierno con el nuestro. Cualquiera pensaría que se trata sólo de frases, del habitual gamelotal de sus interminables peroratas, pero no, sería un error juzgarlo así. Porque si bien Cuba depende hoy de Venezuela más de lo que dependía de la URSS, no es menos cierto que la intervención cubana en nuestros asuntos hace también del nuestro un país sometido a los designios y planes de otro, al cual en actos de extrema irresponsabilidad, Hugo Chávez le ha entregado áreas claves de nuestra administración. El fidelismo se está viviendo a Chávez. No había sino que oír a Ramiro Valdés, sugiriendo burlonamente, sin que el Gran Ególatra siquiera se diera cuenta, que la de ellos había sido cosa de boy scouts al lado de la gesta del héroe del Museo Militar. Mas, con esas mañas, aprendidas en siglos de lucha por la sobrevivencia, los cubiches se han ido infiltrando en todas las dependencias administrativas del Estado venezolano. No hay ministerio donde no aparezcan “asesores” cubanos. Se pregunta uno, entre muchos ejemplos, en qué podrá asesorar al minpopopagricultura, Elías Jaua, el “asesor” de un país que logró el milagro al revés de destruir su propia agricultura. En los hechos, en el discurso de Chávez en Santa Clara, se dejó ver una transparente entrega de soberanía.