Cuentas claras, por Rafael Viloria
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El pasado 6 de diciembre se realizó en Venezuela un acto electoral que por sus características obliga a analizarlo con detenimiento en síntesis que lo convierta en un mensaje suficientemente claro, dado el carácter de su contenido social y político.
Anterior de lo dispuesto en el CNE, que por analogía se rige por una ley de su contenido en la Constitución bolivariana, al evento concurrieron debidamente facultados un total de seis millones de votantes; los cuales originaron los siguientes resultados, a saber:
Primero: al acto de votación concurrieron, de una estimación de 21 millones de habilitados, un total de seis millones de votantes. El CNE comunicó por todos los medios que cuatro millones de votos correspondían al partido de gobierno, mientras que dos millones pertenecían a la oposición, según las alianzas políticas respectivas.
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En términos porcentuales, un 19% correspondía al gobierno nacional, mientras que un 10% le fueron asignados a la oposición. Así, ambas corrientes sumaron un 29%. Ello indicó la presencia de 71% de abstención, es decir, que de cada 100 votantes habilitados para ir a las urnas 71 no lo hicieron.
Luego, la oposición realizó una consulta a través de firmas, que a la postre generó, según los medios de comunicación, un total de 6.400.000 firmas. De ello hay que hacer la siguiente lectura:
El gobierno, con un 29% de la población votante, lograba asegurar su propósito. La oposición obtuvo un 30,5% de firmas de la población electoral nacional, superando la cantidad de votos recibida por el gobierno el 6D.
El país tiene una población estimada de 35 millones de habitantes. De estos, 60% podría votar, no obstante, la realidad es que solo lo hizo un 29%.
La realidad venezolana, compatriotas, es inocultable a la vista y al tacto. Las cuentas están claras. El pueblo perdió la fe, la confianza y la esperanza. Su rescate dependerá de que todos nos despertemos, reaccionemos y actuemos antes de que sea tarde. El costo que los venezolanos estamos pagando se torna interminable.
Ese afán perverso de convertir a nuestra patria en una fantasía se tiene que terminar hoy o mañana, pero se tiene que terminar, sí o sí. Mañana será tarde y más doloroso. Solo es pueblo salvará al pueblo.
Rafael Viloria es expresidente de Central Cooperativa Nacional de Venezuela (Ceconave)
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