Cuentos burocráticos, por Simón Boccanegra

No es que la administración de Justicia haya sido durante estos tres lustros un modelo de imparcialidad y respeto por los fueros del Derecho, pero ahora con la designación de la doctora Gladys Gutiérrez como presidenta del TSJ sí es verdad que hasta los más criticones tendrán que coserse la boca. Ahora se podrá acudir al TSJ con la seguridad de que su propia presidenta será la garante de los derechos del ciudadano que se las tenga que ver con el aparato judicial. De la absoluta imparcialidad y objetividad de la doctora Gutiérrez da cuenta su impresionante currículo de servidora pública. Actualmente es magistrada del TSJ pero anteriormente se había paseado por una vasta porción del frondoso ramaje burocrático nacional. Claro, cada cargo a la vez. Fue Procuradora General de la República, Embajadora ante el Reino de España, Cónsul general de Venezuela en España, ministro consejero en la Embajada de Venezuela en España, Directora-Jefa de la Oficina de Secretaría del Consejo de Ministros. Fue también miembro del Instituto Europeo de Estudios Marítimos e investigadora en la Universidad Complutense de Madrid. Como si fuera poco aspiró a la Gobernación de Nueva Esparta, no ganó, pero sí se sacó la rifa de la diputación (como suplente) por ese mismo estado. Añádase al currículo lo más importante: «Es militante activo del PSUV»; aclarando, el periodista, por su hubiere alguna duda, que se trata del «partido oficialista». Este minicronista no tiene elementos de juicio para saber si existe alguna conexión entre la condición de militante del PSUV y la agilidad de la dama para saltar de rama en rama en la selva burocrática. Además, para ser justos, tampoco tiene este minicronista elementos que le permitan poner en duda la suficiencia académica y laboral de la doctora.
Simplemente, le llamó la atención la extraordinaria movilidad de la burocracia oficial.
Nada nuevo, por lo demás.