Cuentos de cazadores, por Simón Boccanegra
Están pasando cosas tan raras como confusas. Estalla una bomba en el Palacio Blanco y el ministro Lucas Rincón da hasta tres versiones diferentes del suceso (aunque esto, bien visto, no debe llamar la atención porque ya se sabe que el hombre no es propiamente un modelo de precisión), y a estas alturas ya no sabemos si fue atentado o accidente, aunque Chávez habla de una bomba y de la posibilidad de una explosión que habría podido costar «miles de vidas», entre ellas la suya, desde luego –porque a él le encanta presentarse en imaginarias, jamás verificadas, situaciones de peligro. Cuando a De Gaulle intentaron asesinarlo, los magnicidas fueron capturados y sentenciados a cadena perpetua. Cuando a Fidel han pretendido sacarlo de este mundo, los que terminaron fuera de él fueron los magnicidas. Cuando a Reagan le dieron un tiro, el que lo hizo está viviendo en la cárcel hasta que se muera. Cuando mataron a Kennedy, por lo menos el autor material fue capturado. Pero los atentados contra Chávez son fantasmagóricos. Nunca aparecen los autores y los episodios terminan siendo una comiquería rápidamente olvidada.Todo muy banana republic.