Cuestión de valores, por Simón Boccanegra
Hay que celebrar ahora la rectificación de la Alcaldía Mayor en relación con el cierre de CatiaTV. El paladino reconocimiento de la estupidez cometida la repara. La televisora comunitaria puede funcionar de nuevo. Pero queda un regusto amargo. Demasiada gente de la que se habría esperado una protesta permaneció callada. Sectores que estaban obligados a hablar, por su especificidad comunicacional, se hicieron los locos. La libertad de expresión está atrapada también en las redes de la polarización extremista. Cada lado entiende como libertad de expresión la suya. La del adversario no es. Chávez protesta por lo de CatiaTV pero insulta, amenaza e induce ataques físicos contra quienes lo adversan. La profesora Colomina considera válido patear la ética en nombre de la lucha por la democracia. César Miguel Rondón sostiene que no se puede ser “neutral” porque ello sería una manera de ser chavista. La filosofía implícita es clara: el fin justifica los medios. Si para enfrentar al adversario hay que mentir, tergiversar, manipular y aplaudir o mirar para otro lado cuando algo lo perjudique, así sea éticamente insostenible, pues hay que darle. Este minicronista sostiene que estas posturas tal vez son buenas para el catch-as-catchcan pero con ellas no se construyen instituciones ni país. Hay un fracaso existencial en todo esto: en nombre del aniquilamiento del “enemigo” se acepta colocar entre paréntesis los valores y convicciones de toda una vida. Lo cual es, en verdad, hacer propios los del adversario, aquellos que se dice combatir. Del carajo, pues. |