¡Cuidado con una vaina!, por Teodoro Petkoff
La Mesa Unitaria Democrática viene adelantando con mucha tenacidad y paciencia el proceso de selección de las candidaturas para la Asamblea Nacional. Hace algunas semanas llamamos la atención acerca de que esta clase de procesos, que deben atender múltiples y variados intereses, tanto partidistas como personales, suelen ser engorrosos, lentos y llenos de fricciones.
Advertíamos que eso es natural y que no había que angustiarse por eventuales estallidos de mal genio ni por choques que pudieran producirse entre los protagonistas. Hasta en las mejores familias, como se dice, se producen situaciones enojosas, que son superadas cuando los involucrados entienden que hay un interés superior.
A estas alturas, el proceso ha avanzado de modo razonablemente satisfactorio, sin que hayan tenido lugar mayores desencuentros públicos, excepto el lamentable caso del estado Carabobo y la disputa en Miranda por una de las posiciones. Por supuesto que sería infinitamente mejor que estas cosas no ocurran, pero no sería ni siquiera humano imaginarlo.
Sin embargo, con estos hechos, más o menos aislados, ocurre como con lo del hombre que muerde a un perro. Eso es noticia, no lo contrario. Que el proceso unitario marche tan satisfactoriamente como para registrar que hay acuerdos prácticamente logrados en once estados, que incluyen algunos de los más importantes, y que en cuatro más las cosas están cerca de una decisión, no es noticia; noticia es que en Carabobo se armó una trifulca. Tampoco es noticia que ya esté marchando la organización de primarias donde las habrá por necesidad. Desde ciertas trincheras mediáticas hay gente que está a la caza de incidentes aislados como estos para atribuírselos a todo el proceso, para ignorar los logros y magnificar las dificultades.
Para sembrar pesimismo y derrotismo. Si uno no conociera a algunos de estos cazadores de güiros, diría que están pagados por Chacumbele. No lo están desde luego, pero en su infinita irresponsabilidad, ni siquiera se dan cuenta de cuánto disfrutan en el oficialismo de sus chistecitos, sus burlas, sus mentiras, sus manipulaciones y exageraciones a costa de la Mesa Unitaria Democrática. Por supuesto, todo hay que decirlo, es obvio que en el oficialismo también gozan con incidentes como el de Carabobo, del cual se podría decir algo parecido a lo anterior. Tan sólo porque los protagonistas son conocidos, no se les puede atribuir complicidad con el oficialismo, pero, objetivamente, le engordan el caldo. Hay razones para mirar con optimismo el panorama unitario.
Primero que todo, son muy pocos los nudos que faltan por desatar; segundo, existen los acuerdos previos, los reglamentos y los procedimientos tanto para el logro de consensos como para la realización de primarias; tercero, a menos que estén completamente fuera de sus cabales, en los dirigentes políticos opositores existe clarísima comprensión del tamaño de su responsabilidad. Si por casualidad, algunos desencuentros no se solventaran, sus protagonistas lo mejor que podrán hacer es irse del país, porque aquí no tendrán vida política más nunca. Una conducta tan irresponsable y hasta estúpida nunca sería perdonada y habrá quienes se encargarán de que nunca sea olvidada.