Dame más gasolina…, por Teodoro Petkoff

¡Válganos Dios! ¡A Hugo Chávez le ha dado un ataque de neoliberalismo! ¡Se volvió loco el hombre! Ayer le ordenó a su atento y seguro servidor Rafael Ramírez que “le” subiera el precio de la gasolina. ¡Quién lo diría, Dios mío! Oír en boca de Hugo Chávez los argumentos de Carlos Andrés Pérez y de Caldera, los argumentos de Miguel Rodríguez y de Luis Raúl Matos Azócar, cada uno en su tiempo, cuando se preparaban para asestarle esa “puñalada neoliberal” al pueblo. “Que si pa’ vender la gasolina a este precio mejor es regalarla; que si ese es un subsidio pa’ los ricos, que si un litro de gasolina es más barato que uno de agua”. Oírlo para creerlo.
Pero, claro, Hugo Chávez todavía no entiende completamente los intríngulis de la economía. Cree que la economía se maneja con ordenanzas militares o que eventualmente se comportaría ante sus caprichos tan servilmente como su Gabinete o su Parlamento. Le aclaró a Ramírez que esa alza del precio no tendría por qué reflejarse en la inflación. “¡Qué inflación ni que nada! Esa gasolina sólo la pagan los que tienen BMW y Mercedes”. Tal como lo leen lo dijo. Aquí no van a subir los precios de lo demás sencillamente porque Hugo Chávez, cual Bolívar ante el terremoto de 1812, se opondrá a esos designios perversos de la economía. Sin embargo, Hugo Chávez sí parece haber percibido que la diferencia entre lo que cuesta producir la gasolina y el precio que paga el consumidor la cubre Pdvsa. Y que eso es una pérdida multibillonaria para la empresa y que una empresa, capitalista o “socialista”, si no cubre sus costos, quiebra, y que ni siquiera las colosales ganancias de Pdvsa en el mercado mundial pueden cubrir indefinidamente las pérdidas en el mercado interno.
Bueno sería que para aterrizar en la pista de la sensatez, Hugo dejara de creer que ese cretino clínico de Heinz Dieterich es un sabio de la economía o que esos españoles de “Izquierda Unida” que, según dicen, tiene como asesores en Miraflores, entienden algo de la economía moderna.
Pero, bueno, algo es algo. Al menos parece que ya Hugo Chávez descubrió que es bien difícil que un conductor llene su tanque pagándolo con una mano de topochos, según le venía enseñando su inefable gurú alemán. Lo que sí parece no saber todavía es que la gasolina es la sangre del cuerpo económico venezolano y que si, al igual que con una inyección intravenosa, lo que se meta en las venas se riega por todo el organismo, centavo que se le suba a la gasolina, centavo que se riega por todo el organismo económico. A lo mejor el remedio que tiene Hugo Chávez pensado para la inflación es prohibir al Banco Central continuar publicando sus boletines mensuales con esos numeritos fatales. Pero vender el diván no quita los cuernos. En el bolsillo se sentirá lo que viene. Y pensar que el 27 de febrero de 1989 comenzó por un mediecito que le subieron a la gasolina.