Dando casquillo, por Teodoro Petkoff
En el acto de La Rinconada, Chávez dijo a los activistas de su causa que tenían dos misiones. Una, la de conseguir las firmas necesarias para pedir la revocatoria de 38 diputados de la oposición. Otra, la de “impedir el fraude que piensa cometer la oposición en su recolecta de firmas”. Explicó que ésta podía hacer firmar gente en San Cristóbal y luego llevarla a Barinas y a Guanare para que firmara de nuevo. “Una misma persona puede firmar así ochenta veces”, explicó pedagógicamente a sus oyentes, después de advertir, eso sí, en un tono muchos decibeles más bajo, que “ellos tienen derecho a firmar porque eso está en la Constitución”.
¿Se da cuenta Chávez de las consecuencias que podrían tener sus palabras? Si con la recolección de firmas se pudiera cometer un fraude, o, peor aún, y también lo ha sugerido Chávez, si el firmazo es parte de un plan subversivo, entonces para impedirlo –podría razonar cualquier activista provisto de una nueve milímetros o de un “bin laden” –, no habría sino que impedir el acto mismo de firmar. De ahí a la violencia no hay sino un paso.
Chávez sabe perfectamente que durante la recolección de las firmas no puede haber ningún fraude y que, más aún, su recolección está siendo adelantada por una oposición que se ha deslindado claramente de la subversión. Si una misma persona firma dos o doscientas veces, las computadoras del CNE sacan esos nombres de las planillas. Para eso es la verificación. Una misma persona que firme varias veces sólo podría hacerlo con la única cédula que posee. Y al hacerlo, sale del juego con la verificación. Desde luego, puede ocurrir que una misma persona tenga más de una cédula pero en ese caso podría pensarse que es más bien el gobierno quien está en capacidad de proporcionar cédulas falsas a sus activistas y no la oposición, que no maneja la Onidex.
Por otra parte, Chávez también descalifica al CNE, al postular la posibilidad de un fraude con las firmas, después de todas las medidas que el organismo comicial ha tomado para blindar el proceso de recolección de aquéllas. ¿Es que Chávez cree que el CNE está al servicio de la oposición? ¿O será, más bien, que el Presidente está preparando el ambiente para poder gritar “fraude” si la recolección de las firmas es un éxito? Queremos insistir en que la recolección de firmas en sí misma NO ES el referendo y que de la validez de ellas sólo puede dar cuenta el CNE, después de producido el proceso de verificación. Antes de éste, hablar de tantos o cuantos “millones de firmas” o de “firmas chimbas”, no tiene ningún sentido.
En cualquier caso, un discurso como ese es inaceptable y el Presidente debería, más bien, insistir ante su gente en que la convocatoria a un RR es un derecho consagrado en “su” Constitución y que no debe ser perturbado de ninguna manera, para que tirios y troyanos entiendan que los cuatro días del firmazo del gobierno y los cuatro días del de la oposición son sagrados, y que ellos serán una primera gran demostración de la viabilidad de la concepción participativa de la democracia.