Darién: Una elección peligrosa, por Juan D. Villa Romero
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Desde Unidad Visión Venezuela definimos al «Tapón del Darién» como lo que es, una de las regiones fronterizas más peligrosas del globo terráqueo.
Posee un territorio rural complejo que es compuesto por junglas, ríos, pantanos y montañas escarpadas. Carente de vías formales, plagado de peligros naturales y asociados a la acción humana, donde bandas delictivas abusan de los derechos humanos de la gente ante la mirada impune –o total ausencia– de quienes deben ejercer autoridad contra eso.
Ante este panorama complejo, nos preocupa y ocupa las motivaciones de nuestros jóvenes a migrar haciendo tránsito por esa selva o frontera peligrosa. Por ello, desde Unidad Visión Venezuela llamamos a la conciencia de cada ciudadano con deseos legítimos de migrar; también a nuestro gobierno, como a las autoridades de América del Norte y gobiernos de América del Sur a conjugar estrategias para dar viabilidad a una migración humana, responsable y segura.
Algunas facilidades como por ejemplo: Reducir el precio establecido por el Saime para la emisión o prórroga del pasaporte venezolano, eliminar algunos requisitos engorrosos como el visado, incluir nuevamente a Venezuela en el Mercosur y finalmente hacer o ampliar tanto como sea necesario convenios aéreos que deriven en viajes confortables y seguros.
Queremos dejar claro que respetamos la decisión legítima de cada ciudadano, a lo que nos oponemos rotundamente es a decisiones individuales y condiciones hemisféricas que comprometan derechos humanos, como el derecho a la vida.
Es una realidad dolorosa de asumir que las migraciones han marcado a la humanidad. Es innegable que la historia del ser humano siempre ha sido del perpetuo movimiento de masas que persiguen sueños como desarrollo, paz, estabilidad, comida y trabajo. Nuestro país no escapa de ello, se pobló como consecuencia de esas oleadas y, quien iba a imaginar que en pleno siglo XXI, viviríamos un proceso migratorio como nunca antes visto. Un fenómeno de división triste, doloroso, generado por múltiples razones –principalmente políticas y económicas– que de pronto se convirtió en un dique roto cuando vimos las cifras y preocupación de reconocidos entes multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
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En la medida en que la migración nuestra se hizo masiva, sus consecuencias se hicieron evidentes, entre ellas la injusta xenofobia que sufrimos, casos de violencia y algunas muertes. Compatriotas explotados y traficados, otros asociados a la delincuencia común que terminaron bajo prisión.
El sueño dorado del éxito termino transformándose en un duro muro a escalar, donde a muchos se les ha hecho complicado. Parte de esa dura pared son los límites que nos han trazado nuestros países hermanos, desde redadas y deportaciones, hasta la visa como un mecanismo de control.
Así, de pronto nuestro país que llegó a tener uno de los pasaportes más fuertes del mundo vio como le cerraban las puertas, también un gobierno que ha encarecido el costo de dicho producto.
Una combinación de medidas tanto internas como externas, desencadenadas por múltiples factores que ya conocemos, que desde un principio nacieron desacertadas como encarecer el pasaporte, imponer visa y limitar el espacio aéreo, en vez de impedir salida o ingreso de nuestra migración a los demás países, lo que hizo fue desviar el flujo hacia caminos peligrosos. Así pasaron nuestros migrantes de las agencias de viajes a ser perseguidos por los peligros de la madre naturaleza, el negocio de los coyotes y tratantes de personas.
Los lugares inhóspitos pasaron a ser la nueva ruta. Zonas como la descrita Selva del Darién llenas de peligros, asaltantes, violadores y asesinos. Resulta que ahora migrar no solo es caro y difícil, además puede ser mortal.
Los gobiernos de nuestras Américas «incluido el nuestro» deben reflexionar en que imponer barreras legales con la intención de limitar el tránsito de migrantes no impedirá que ellos sigan adelante, solo hará que persistan en la utilización de rutas inseguras. Eso se nota cuando vemos retratos de venezolanos atravesando Darién, ellos están dispuestos a todo con tal de mejorar su calidad de vida. Es una realidad que toca asumir con madurez y sin complejos.
Cada gobierno debe tomar conciencia que la mayoría de los migrantes son personas trabajadoras, emprendedoras, que en vez de generar problemas aportan al desarrollo económico. Además, las limitaciones legales abren espacio a negocios millonarios que son manejados por delincuentes, quienes explotan al migrante y corrompen a militares y policías, por lo general se trata de negocios que son controlados por carteles irregulares.
Por último y no menos importante, apostamos desde Unidad Visión Venezuela por la creación de un sistema regional de protección a los migrantes el cual abone a su seguridad, estableciendo vías legales de movilización ordenada.
Juan Villa Romero es Político. Secretario Juvenil de Unidad Visión Venezuela.
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