De canallas y cobardes, por Simón Boccanegra

Podrían agotarse todos los calificativos, incluyendo todas las palabrotas, para enjuiciar la decisión judicial de enviar al estudiante valenciano a la cárcel de El Rodeo; sin embargo, no voy a prescindir de algunos de ellos. En el plano moral se trata de una decisión canallesca, cobarde, de una indecible bajeza, que define perfectamente bien al régimen y a algunos de sus servidores. No descarto que existan unos pocos que deben sentirse incómodos, porque pasaron por cárceles también, porque sufrieron persecución y/o torturas, pero quien calla otorga y lamentarlo en privado, como quisiera creer que pudieran hacer algunos, es, sin embargo, tal vez, más cobarde que la propia decisión judicial.
Pero, yendo al punto. El problema no es El Rodeo mismo, sino el juego miserable de utilizar la sombría reputación de las cárceles venezolanas -las peores del continente, las más violentas, esas donde este régimen muestra su absoluto desprecio por los valores y derechos humanos- como un mecanismo de intimidación, como instrumento de disuasión de la protesta con la amenaza de enviar a los detenidos políticos a esos infiernos que son las cárceles de este país que, por cierto, si hay alguien que denuncia infatigablemente tal situación es este diario, que mantiene, además, con mucha satisfacción, la columna de Humberto Prado, que es la voz, no tanto de los presos, como de presos que son víctimas del peor sistema penitenciario de América Latina.
Por lo mismo, sabemos de qué hablamos cuando rechazamos la cobardía infinita, la decrepitud moral de quienes indujeron la medida contra el joven; la juez, vamos a estar claros, es una simple mandadera. Estos azotes de barrio que nos gobiernan, para decirlo coloquialmente, son de la clase de gente que roba a un ciego y le rompe el platillo en la cabeza. Quisiera preguntarle a Elías Jaua, por ejemplo, que era un encapuchado conocido en la UCV de los 80 y 90, y que se cansó de incendiar vehículos en la guarimba de la Ciudad Universitaria, qué piensa de esta bárbara decisión judicial.