De impolíticos, por Américo Martín
Los dirigentes juveniles del 28 encubrieron un diáfano pronunciamiento contra la dictadura en las galas de la Semana del Estudiante, acto floral que de mostrar su verdadero rostro no hubiera sido permitido. ¿Escondía la verdad el bachiller Leoni, presidente de la FEV, al convocar la florida celebración? Por supuesto. Leoni, Jóvito, Rómulo, Miguel Otero, Prince Lara estaban animados por el más elevado de los propósitos. Eran veinteañeros pero entendían la política. Buscaban el logro en lugar del puro gesto. La brutal represión que se les atravesó puso en lugar cimero su naciente talento político sin mengua de su estupendo coraje.
Comenzaba a tientas la transición democrática tras la tranquila muerte del dictador y el acceso al poder del general López Contreras, quien, por cierto, también tenía un despierto sentido político que entre tumbos y tambos lo puso al frente de los acontecimientos.
Los estudiantes fueron determinantes en el impulso de aquel proceso. De nuevo Jóvito, de nuevo Rómulo, de nuevo Miguel despuntaron con sus 28 años. Asumieron el liderazgo colectivo, captaron la urgencia de unificar la dispersa voluntad de cambio y, prescindiendo de extremismos, cuidaron el lenguaje y lo profundizaron.
El primero fue Jóvito. Estaba en Trinidad, entró a Venezuela en los primeros días de enero e inmediatamente reorganizó la FEV, de la cual fue presidente. Acto seguido exigió el restablecimiento de las garantías y envió una carta al presidente López que impacto por su densidad, lenguaje amplio y vocación incluyente»
Por eso la marcha del 14 de febrero llegó a Miraflores. López autorizó a dos delegados a dialogar. Obviamente, el bachiller Villalba y el rector Rísquez.
Rómulo regresa el 19 de febrero; con relampagueante rapidez se pone al frente de ORVE y presenta un programa sensato y profundo, incluyente y libre de estallidos bombásticos. Además de la tribuna enfatizó acertadamente la organización, lo que le proporcionó el lugar señero de su generación. Pero destaquemos que Rómulo y Jóvito volvían a valorar altamente el oficio político. Desde posiciones adversas, también será el caso de Caldera. Les hubiera sido fácil arrancar aplausos alentando pases de factura contra quien en algún momento hubiera sido “gomero”. Ostentarán, por ende, un liderazgo de años.
La posibilidad actual de un gran cambio hacia la democracia pone a prueba estos conceptos. La crisis en el PSUV refleja descontento con la política y la gestión del régimen. Cuando escribí que Maduro unía al país, pero en su contra, recibí muchos asentimientos, signo del anhelo de unidad sembrado en el alma nacional, aunque no faltaron advertencias alusivas a “estrategias” para confundir la inocencia opositora.
¡Hombre, engañifas tales más tienen de plan de fuga que de estrategia! Atizar rebeliones endógenas bajo la tormenta anticipa retiros o estampidas
La democracia libre y próspera es vocacionalmente unificadora. Unir el malestar no es fácil pero la política aprecia mejor las señales de cambio que la bloqueada impolítica. Debe ser mejor tender manos a disidencias que asomen el rostro que mostrar puños para abortarlas.