De la «ética revolucionaria», por Simón Boccanegra
La miseria moral de estos «revolucionarios», su enanismo espiritual, la mejor demostración de que no son ningunos revolucionarios, las pone de bulto el trato que están dando a los parlamentarios de Podemos en la Asamblea Nacional. Este minicronista no sabe si la cosa se extiende hasta otros diputados disidentes, pero le consta lo que le están haciendo a los de Podemos.
Las oficinas de estos aparecen todos los días con las puertas forzadas. No se llevan nada, porque no hay nada que llevarse, pero igual las abren todos los días. Sólo por joder. Las computadoras de Ismael García, Ricardo Gutiérrez y Juan José Molina a cada rato son «revisadas para reparación». Como es de esperarse, después de cada «reparación» quedan inservibles. Pero lo más canallesco es lo que ocurre con el pago de sus sueldos. Se les abona un porcentaje de estos, dejando el resto «pendiente», hasta la revisión del video de las sesiones para comprobar si en efecto asistieron.
Esta gentuza es la que se dice encarnación del «hombre nuevo», impecable expresión de una ética socialista, de una moral superior. Puro gamelote. Esta gente no sólo es política e intelectualmente intolerante sino que ética y moralmente no levantan del suelo más que el espesor de la cabeza de una tachuela.
Seguramente la mayoría de los diputados del oficialismo no está al corriente de estas marramucias indignas, puesto que ellas deben salir directamente desde las más altas esferas políticas y administrativas del Parlamento. Tal vez muchos de ellos se avergonzarían si estuvieran enterados. No sé, pero, en todo caso, espero que cuando lean esto alguna reacción se produzca.
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