Debate democrático en el PSUV, por Simón Boccanegra

La semana pasada fueron destituidas 4 juezas del estado Zulia, acusadas del horrendo delito contrarrevolucionario de haberse reunido con el alcalde Manuel Rosales. Pero, lo divertido del caso es que tal reunión nunca tuvo lugar. Tanto ellas como Rosales explicaron que ni siquiera se conocen. Quien hizo el sapeo fue el diputado Calixto Ortega, quien, desesperadamente, hace toda clase de cabriolas para ver si Su Alteza Real le perdona su talante moderado y dialogante de hace algunos años. Este minicronista se permite susurrarle a Calixto que no se vista que no va. Su Alteza no tiene en sus planes repetirlo como diputado por el Zulia. Pero, este no es el tema, sino el de las juezas. Todo indica que las peleas de perros que se escenifican en el agitado mundo chavista, donde los diablos andan sueltos con vistas a las elecciones parlamentarias, han llevado a la tipificación de un nuevo delito de leso chavismo: contactos con gente del mundo exterior. Tal parece que el recurso más expeditivo para sacar a un rival del camino es acusarlo de «contactos» con Fulano o Mengano, que «tú sabes, es escuálido». Las juezas del Zulia han sido víctimas de los pleitos entre las tribus judiciales del «socialismo del siglo XXI». Vaya uno a saber cuál caimacán de los altos círculos del poder quiere meter a gente suya en los juzgados que ocupan las susodichas juezas y no encontró mecanismo más expeditivo para hacerles desocupar el lugar que acusarlas de «relaciones peligrosas». Dicho y hecho. Las pobres juezas, sin debido proceso y sin aviso ni protesto, fueron descamburadas.