Decadencia, por Simón Boccanegra
Cómo será de repulsiva la reciente oleada represiva cubana, culminada con los fusilamientos, que amigos de toda una vida del régimen fidelista, como el premio Nobel José Saramago y el escritor uruguayo Eduardo Galeano, se han sentido obligados a expresar su desaprobación. La presunta respuesta de intelectuales cubanos (digo presunta porque se puede apostar que la mayoría de ellos vio sus nombres al pie del documento después que este fuera publicado) supone “mal informados” a quienes han condenado las barbaridades cometidas. ¿Creen de verdad que alguien como Galeano está “mal informado” sobre la realidad cubana? ¿Lo creen de Saramago? En el fondo, quien redactó el manifiesto cubano tuvo un último escrúpulo de sentido común. Acusar a estos dos escritores, y a casi todos los que firmaron llamados de condena, de “lacayos del imperialismo” habría sido ya la idiotez mayor. Por eso han preferido apelar a “defectos de información”. No sé por qué viendo los recientes pasos del régimen cubano, me vienen a la mente cosas como el “complot de las blusas blancas”, que en sus delirios seniles inventó Stalin, o los fusilamientos de Burgos, que ordenó la momia de Franco ya con un pie en la tumba.