Del dicho al hecho: Así van (de verdad) las Bricomiles
Las Brigadas Comunitarias Militares para la Educación y la Salud (Bricomiles) que buscan impulsar el trabajo comunitario y reparar los planteles educativos del país, hasta la fecha solo han cumplido con el 40% de las instituciones, según señalan expertos. Otros, en cambio, no han podido ni siquiera iniciar las clases porque no están en condiciones para recibir a sus estudiantes. Tampoco han podido descargar la VenApp ni solicitar los materiales por fallas de internet. Educadores y personal directivo de escuelas ubicadas en distintos sectores de Caracas cuentan su experiencia con estas brigadas
Con el objetivo de reparar «todos los centros educativos del país», el 21 de junio de 2022, el mandatario Nicolás Maduro presentó un proyecto llamado Bricomiles (Brigadas Comunitarias Militares para la Educación y la Salud). Estas cuentan con brigadas coordinadoras y operativas que visitarán las escuelas para conocer sus necesidades y trabajarán de la mano de las personas de la comunidad. También participarán militares y PSUV. Pero ¿qué tanto se ha cumplido esto?
El plan, cuya meta es «poner todas las escuelas, liceos, colegios y universidades pepitos, arregladitos, en las mejores circunstancias funcionales y de funcionamiento material», como dijo Maduro al inicio de año escolar 2022-2023, solo se ha garantizado en el 40% de los planteles del país, según la reciente declaración de dirigentes sindicales del sector educativo.
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Ofelia Rivera, integrante de la Unidad Democrática del Sector Educativo denunció durante una rueda de prensa el pasado 17 de octubre que los padres y representantes están asumiendo la responsabilidad de la educación en Venezuela. «Se le está pidiendo a los padres dólares para la reparación de los planteles», aseveró.
Maestras y personal directivo de planteles educativos públicos y subvencionados de Caracas contaron a TalCual su experiencia con el funcionamiento de las Bricomiles y las fallas de las instituciones en las que trabajan. Quienes aportaron sus testimonios pidieron la reserva de sus identidades.
La VenApp
De entrada, todo el proceso es complicado. La manera de solicitar que las Bricomiles visiten un plantel educativo es a través de la aplicación Ven App. Para ello tener una conexión a internet estable es uno de los requisitos.
Una solicitud no basta. La directora de un plantel educativo ubicado en la parroquia La Dolorita, al extremo este de Caracas, cuenta que para poder descargar la aplicación fue una travesía. «Tuvimos que ir a otro sitio para conectarnos a internet porque en nuestra comunidad apenas llega señal. No todas las maestras pudieron descargarla porque la aplicación es muy pesada. Además con una sola solicitud no es suficiente. Piden que varias personas pongan la queja para que se haga efectiva la petición de visitar el colegio. Aunque varias maestras de la institución lo hicieron, todavía recibimos la visita», afirma.
La directora de un preescolar de Caricuao contó algo muy similar: en el caso de su institución fueron beneficiadas con unas tablets Canaima. ¿El problema? Que el sistema operativo de las mismas «no es muy actualizado y no se puede descargar (VenApp) en las tablets. Logramos descargar la aplicación en los celulares de unos supervisores que vinieron al colegio y así hicimos la solicitud».
Una docente de un Centro de Educación Inicial situado en Caricuao contó que en la institución en la que labora, recibieron unos bombillos. Sin embargo, la iluminación no es el mayor problema del centro educativo. «Nuestro techo está en muy malas condiciones. Como caen partículas de asbesto pusimos unas láminas de cielo raso para que eso cayera ahí. Así hemos podido dar clases», explicó.
El asbesto es un material que solía ser usado en construcción. Este dejó de usarse porque causa graves problemas de salud y la OMS hace años lo considera un material cancerígeno. Cuando las autoridades pertinentes los visitan, «dan indicaciones y nos han dado permiso de trabajar así. Nos han explicado que remover todo el techo es muy costoso«.
La educadora también explicó que según lo que les dijo la zona educativa, las Bricomiles solo entregan materiales solicitados y «de la mano de padres y representantes, se iniciarán las reparaciones que cada institución necesite. Solo en algunos casos, si se pide, enviarían a un especialista, pero solo si no logramos resolver».
La docente expone que la idea es que si un representante es electricista, por ejemplo, sea ese quien se encargue de colocar la iluminación. «Si hay un ingeniero, ese se encarga de su área, y así».
Seguimos a distancia
En el CEIN 19 de Marzo, un preescolar de la Parroquia Caricuao, los alumnos siguen «como en la pandemia». Una docente cuenta que las Bricomiles sí llegaron y que por las restauraciones no han podido recibir a los alumnos. «Llegó todo lo que pedimos: material de construcción como cemento, sistema de alumbrado, material para cambiar pocetas, lavamanos y pintura. Lo único es que todavía no contamos con quienes hagan ciertos trabajos, pero estamos trabajando para conseguir a las personas y poder recibir a los estudiantes», aseguró.
«Nos falta de todo»
En el colegio Núñez Ponte, ubicado en la avenida principal de Ruiz Pineda están a la espera de material. «Necesita impermeabilización en los baños, pintura. Desde el 2015 se robaron los cables y no tenemos iluminación. Con ayuda de representantes compramos unos bombillos que no iluminan mucho. Parece que ahora sí se está recibiendo la ayuda por lo que he visto en los liceos de la zona», contó una trabajadora del plantel.
Asegura que otros colegios de Caricuao se han visto beneficiados con las brigadas. «Nos dijeron que iban a ir poco a poco hasta completar la totalidad de centros educativos. Hay que tener paciencia», expresó.
También señaló que centros piloto de la parroquia «siempre son beneficiados con entregas de uniformes, materiales y todos los planes que anuncia el Gobierno».
En un colegio de Fila de Mariches, en el municipio Sucre, «el techo está que se nos cae encima».
«Como una galletica de soda». Así describió una trabajadora de un preescolar en Mariches las condiciones del techo del centro educativo que recibe a 228 niños y niñas. además de 20 casos «vulnerables en los que se atiende a adultos mayores, discapacitados y mujeres gestantes». A su juicio, es la falla en cuanto a infraestructura más grave en la institución.
Cuenta que por las lluvias han tenido que recortar el horario de trabajo, por lo que reciben a los niños de 7:30 am a 10:00 am y en la tarde de 12:30 a 3:00 pm. «Si hay lluvia, los padres y representantes vienen a buscar a sus hijos porque saben que dentro del colegio también llueve», lamenta.
Indicó que sus quejas acerca de la infraestructura han ido a los supervisores, comunas, Distrito Escolar y gobernación. «Todos están al tanto, pero no pasa nada».
La preocupación más grande es que por las lluvias gran parte del mobiliario del colegio «se está dañando. Hemos perdido muchas sillas y hay un deterioro general». Las ventanas tampoco cierran.
El daño del techo ha permitido que a los delincuentes se les haga sencillo entrar al colegio que ha sido víctima de robos tres veces. “En la última ocasión tuvimos que poner unas cabillas porque nos dejaron un hueco. En esa oportunidad se llevaron una computadora de la dirección”, resaltó.
En el plantel se hizo la petición para que las Bricomiles les den el material necesario, «pero no hemos tenido ninguna respuesta». Nos ha visitado hasta el alcalde José Vicente Rangel (PSUV) por una actividad que había en la zona, pero dijo que eso no le correspondía porque es una escuela estadal».
Por otra parte, criticó que al personal se le indicó que debía «formarse» para manejar los equipos tecnológicos que les enviarían (tabletas). «No tenemos señal, no tenemos teléfono y el saldo ¿quién lo paga?», condenó.
En algunas áreas están a oscuras. «Ninguno de nuestros baños tiene bombillos. Solo el de niños está iluminado por la luz del día», insiste.
Resalta que desde el año 2004 no se le hace ningún tipo de reparación al colegio. Les queda un salón libre, pero no puede usarse porque no cuentan con el mobiliario suficiente.
Una lista interminable
En una institución educativa de El Junquito cuya matrícula es de 850 estudiantes, la lista de fallas es tan larga como la cantidad de peticiones y quejas puestas ante los organismos que deberían garantizar el funcionamiento en óptimas condiciones de los colegios del sector.
Una trabajadora de la escuela asegura que, al inicio del año escolar, se hizo la petición nuevamente para que las Bricomiles llegaran al colegio. Los reclamos tuvieron que ser dos, debido a que el sistema les mostraba que la institución ya estaba recibiendo el beneficio de la entrega de materiales, cosa que no era cierta.
No tienen lavamanos, hay daños en las pocetas, ventanas sin vidrios, falta de iluminación, pupitres, mesas, espacios óptimos para tener actividades recreativas y un sinfín de problemas. «El colegio parece un lugar abandonado. Estados olvidados», lamenta.