Del viernes negro al viernes rojo; del paquete neoliberal al paquetazo rojo
Los récords que ostenta la Revolución tienen su marca indeleble: números rojos por todos lados que se expresan tanto en las políticas macroeconómicas como en el bolsillo de los ciudadanos
De los 20 años que la Revolución ha estado en el poder, bajo el gobierno de Hugo Chávez y luego de su sucesor Nicolás Maduro, sus dirigentes han pasado por lo menos 18 años echándole la culpa de la crisis a «las políticas neoliberales de la IV República» y más recientemente a la «guerra económica y el imperialismo».
«La Cuarta» cuenta con su hito en la historia de los desastres económicos venezolanos: el viernes negro, último período en el que se mantuvo oficialmente la estabilidad que caracterizó al bolívar desde la segunda década del siglo XX.
35 años más tarde, la Revolución se superó a sí misma al reeditar un viernes desastroso para la economía con el sello rojo, en una seguidilla de anuncios que incluyen la tercera reconversión monetaria en menos de 10 años que los ha obligado a eliminar cinco ceros de la moneda después de otros tres en 2008, el anuncio del aumento de la gasolina a precios internacionales y un inédito incremento salarial de 6.000% que busca con desespero paliar el efecto de la hiperinflación.
1) El viernes 18 de febrero de 1983, el presidente Luis Herrera Campins pasaría a la historia contemporánea por su viernes negro, cuando bajo su gestión el bolívar sufrió una abrupta devaluación frente al dólar: pasó de 4,30 a 7,50 bolivares, lo que significó 74,4% de devaluación.
El viernes 17 de agosto, el gobierno de Maduro asumió que el cambio diferencial entre el bolívar y el dólar representa una devaluación superior a 2.300% al pasar de un dólar oficial de 248.832 bolívares (tasa de subasta 26 del Dicom del viernes 17 de agosto) a 6 millones de bolívares por dólar.
2) En 1983, el establecimiento de un control de cambio que representaba una restricción a la salida de divisas fueron severamente objetadas por el entonces presidente del Banco Central de Venezuela, Leopoldo Díaz Bruzual. El «Régimen de Cambio Diferencial» (Recadi), que funcionó entre el 28 de febrero de 1983 y el 10 de febrero de 1989, fue un mecanismo que se utilizó para decenas de casos de corrupción, señalados y expuestos durante el gobierno de Jaime Lusinchi. El 24 de febrero de 1989 el presidente Carlos Andrés Pérez, ordenó una investigación sobre el otorgamiento fraudulento de más de 4.500 millones de dólares durante el gobierno de Lusinchi.
La Revolución tiene en su haber la creación de varios mecanismos para el «control» en la asignación de divisas: Cadivi (Comisión Nacional de Administración de Divisas), que operó entre 2003 y 2013; el Sitme (Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera ), entre 2010 y 2013; Sicad I (Sistema Complementario de Administración de Divisas) entre 2013 y 2016; Sicad II (2014-2016), Simadi (Sistema Marginal de Divisas) entre 2015 y 2016; Dipro (Dólar protegido) 2016-2018); Dicom I (Dólar complementario) 2016-2017; Dicom II (2017); y Dicom III (2018), parte de una larga lista de nomenclaturas que han sostenido el control cambiario desde 2003.
Pero así como ha sido extensa la denominación de los sistemas para otorgar divisas a tasa oficial también es larga la lista de denuncias de corrupción. La Asamblea Nacional estima que desde 2003 se han desviado al menos 80.000 millones de dólares y los exministros Héctor Navarro y Jorge Giordani solicitaron en 2016 una investigación penal por lo que calculan unos 300.000 millones de dólares que fueron malversados y desaparecieron en un sinfín de empresas de maletín.
3) El detonante del estallido social conocido como el «Caracazo» fue literalmente el combustible. El anuncio de lo que los detractores de Carlos Andrés Pérez llamaron en ese entonces el «paquete neoliberal», fue aplicado en 1989 en el marco de un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) al gobierno venezolano. CAP anunció el aumento de 100% en el precio de la gasolina: la de mayor costo era de Bs 2,75 con un dólar que se cotizaba en 38 bolívares.
Después de 20 años sin registrar un aumento en los precios del combustible, en 2016 el gobierno de Maduro anunció un incremento que aún siguió siendo uno de los más bajos del mundo: 6 bolívares por litro de 95 octanos desde los Bs 0,070 y a 1 bolívar el litro de 91 octanos desde los Bs 0,097. Pero en este agosto de «paquetazo rojo», dentro de las medidas que adelantó Maduro, aunque no ha precisado el monto exacto, hizo referencia a la necesidad de fijar el costo al precio internacional que marca 1 dólar por cada litro, lo que al cambio representaría un gasto -en un escenario optimista- que ronda un millón de bolívares o 10 bolívares soberanos para los tanques de los vehículos más pequeños.