Democracia y autocracia, por Simón Boccanegra
Uribe es un personaje autoritario, ciertamente; también gobierna por televisión y suele regañar a sus ministros por el mismo medio. En este sentido, él y Chávez son dos caras de la misma moneda. La diferencia es que, mientras en nuestro país Chávez ha confiscado autocráticamente todos los poderes públicos y no hay perro institucional que le ladre, en Colombia existe una real separación de poderes y las instituciones funcionan. Eso le pone bridas al temperamento de su presidente. Eso explica como un mandatario hiperpopular como Uribe tiene que calarse que cuarenta parlamentarios de sus propios partidarios, entre ellos su primo hermano, estén presos y sometidos a juicio por sus nexos con los paramilitares y que la Corte Suprema haya encontrado culpable y condenado a una congresista uribista que confesó haber sido sobornada para hacer posible la votación que reformó la Constitución y abrió con ello el camino a la reelección. En los días previos a la «Operación Jaque» estalló una crisis política de gran calado debida al choque de trenes entre el presidente y la Corte Suprema, la cual, en un aparente acto de lo que llaman ultra petita, además de condenar a la congresista, cuestionó la legitimidad de la reelección. Eso llevo a Uribe, en evidente huida hacia delante, a proponer la repetición de las elecciones. Afortunadamente, la Corte Constitucional, recogió los vidrios rotos, asentando la legitimidad y la legalidad de la elección que ratificó al presidente. Este, «estudia», ahora, retirar su propuesta de repetición de elecciones. En ese caso, habría sido una crisis «alka seltzer». ¿Se imagina alguien en este país al TSJ enfrentando al presidente en cualquiera de las múltiples violaciones de la Constitución en que ha incurrido? ¿Imagina alguien a ese vergonzosa mayoría parlamentaria del Psuv atreviéndose a disentir de su jefe? He allí la diferencia entre la democracia y la autocracia.