¿Deng Xiaoping o qué?, por Héctor Pérez Marcano
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No hay que gastar muchas palabras para describir la crisis venezolana y para concluir en que no es fácil superarla. De un país en crecimiento con abundantes recursos para invertir; por obra y gracia de Fidel Castro y Chávez pasamos a dos países de economías arruinadas que no saben en qué palo ahorcarse.
El ingreso extraordinario petrolero que tuvo Venezuela cuando el petróleo venezolano superó los US$100 el barril fue transferido a la economía cubana – más de US$500.000 millones– y los delirantes cubanos los despilfarraron. Cuba es una economía en bancarrota y Raúl Castro – que sigue siendo quien manda en Cuba –no sabe si imitar a Deng Xiaoping – que no es una varita mágica– o asumir de una vez el fracaso social.
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Toda la ejecución económica absurda de Chávez y buscar los caminos anteriores a 1998. Claro está que ello crea más problemas para encontrar las soluciones a los disparates de Chávez que no ayudaban a crecer. Parecía un loco manirroto con sacos de billetes de dólares que pretendió dirigir cuanto sucedía en América Latina: ¿Recuerdan el oleoducto que iba desde Venezuela a la Patagonia aplaudido por Kirchner y Lula?
Claro, ahora no saben qué hacer. Retroceder es tan peligroso como avanzar. Es lo que está sucediendo ahora en el PSUV y en el gobierno. Más de un retroceso se ha desbarrancado.
Lamentablemente en la oposición nadie ha presentado un plan de recuperación económica que nos devuelva a 1998. Sería sensato que se comenzara a actuar unidos.
¿Cómo olvidar la victoria de la Unidad en 1958? ¿Cómo no valorar lo difícil que fue en 2015 y sin embargo se pudo?
Ahora también es posible.
Ahora, cuando el régimen está en apuros, es cuando es más oportuna la Unidad.
Releyendo el segundo tomo de las Memorias de Américo Martín –¡Cuanta falta nos haces!- encuentro esta reflexión suya con su elegante prosa: «El diálogo por cierto se justifica más cuando se trata de adversarios o enemigos. En otras palabras el diálogo no es un ornamento, no es una concesión graciosa; es parte esencial de la gobernabilidad, forma de eliminar peligros, manera de avanzar en lo posible con toda la sociedad y no contra ella. Asumo totalmente esas palabras.
La imposición de una sola corriente de pensamiento tiende en cierto momento a darle rango a la fuerza del militarismo, la autocracia o la dictadura; y en cambio las negociaciones aproximan democráticamente pensamientos, aprovechan las energías de muchos, todo lo cual permite hacer avances efectivos, así puedan no ser deslumbrantes.”
Héctor Pérez Marcano fue dirigente político y diputado del Congreso de la República.
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