Derechos humanos en la FAN, por Simón Boccanegra
Me dice el director de TalCual que a su redacción están llegando ya madres de soldados fallecidos o tremendamente traumatizados por castigos físicos durante el servicio militar. El caso del soldado Febres Narváez está despertando la sed de justicia en mucha gente humilde que ya se había resignado a enterrar sus muchachos, oficialmente muertos de una rara «neumonía» que fractura el cráneo. Este juicio puede ser memorable en el camino de desterrar para siempre de la FAN la práctica inhumana del castigo físico brutal a los soldados y a los subalternos. Esa práctica, que ya hoy muchos oficiales condenan, pero que se mantiene viva por una inercia que cuenta con no pocos oficiales que la reivindican como necesaria, es incompatible con las Fuerzas Armadas de una sociedad democrática; es inaceptable en una sociedad cada vez más consciente de la importancia de la protección a los derechos humanos. En este sentido, la Constitución del 99 es paradigmática y su imperio debe extenderse, sin cortapisas ni excusas, a todos los rincones del país, comenzando por ese coto cerrado que es la FAN, donde, en razón de su propia naturaleza, la frontera entre la violencia y la violación de los derechos humanos es muy porosa y se traspasa con facilidad.