Derroche inconcluso y monumental, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
Wikipedia, que todo lo sabe, dice que el Yankee Stadium fue construido hace 16 años a un costo de dos mil trescientos millones de dólares ($ 2.300.000). Nos informa también que el estadio más recientemente terminado en la meca mundial del beisbol es el Gold Life Field (2020), sede de los Rangers de Texas, con una inversión de mil cien millones de dólares ($ 1.100.000). Tá barato, dame dos.
¿Qué es lo que no sabe esa enciclopedia virtual? Todo, aparentemente todo. Así, en la materia de la que nos venimos ocupando es posible conocer, por ejemplo, que el campo de los Mulos de Manhattan puede albergar más de 52 mil aficionados, que en el de los Rangers de Texas caben 42 mil y en el Loan Dupot Park de Miami, (2012), más de 36 mil almas. Su costo: quinientos quince millones de dólares ($515.000).
Nada se le escapa a la sabelotodo Wikipedia. Bueno, casi todo. Porque fíjese usted que cuando se trata de indagar un aspecto parecido y muy importante, digamos a qué costo fue construido el recién inaugurado estadio de beisbol de La Rinconada, el dato más que brillar resplandece por su ausencia.
Es verdad que Wikipedia recoge que el campo tiene césped artificial, 405 pies por el jardín central, una megapantalla galáctica de cincuenta metros, que se comenzó en el 2013 y se concluyó diez años más tarde, y que allí caben 38 mil espectadores sentados y 2 mil de pie.
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Pero cuánto se gastó en esa obra, ciertamente sobredimensionada en el área del Caribe, nadie lo sabe a ciencia cierta. Puede haber sido la mitad del de los Yankees o apenas su cuarta parte, quizá los mismos mil cien millones del campo de los Rangers. No se sabe. ¿Aparecerá en las leyes de presupuesto de los últimos diez años?
En todo caso, hay que concluir que el régimen tuvo esta vez, para sí, el recato, la prudencia, la cautela, algo de reservas, miramientos o escrúpulos y finalmente mucha astucia para no echarnos en cara, en este país de salario mínimo de 7 dólares, de docentes y otros empleados públicos clamando en la calle por su supervivencia, de desvencijadas infraestructuras hospitalarias y educativas cuánto costó la mole deportiva de La Rinconada.
Cualquier aficionado al beisbol sabe bien que por mucho tiempo se ansiaba al menos una modernización del Estadio Universitario, sede que históricamente ha arrendado la UCV durante cada campeonato de la Liga del Beisbol Profesional de Venezuela. Pero este estadio de La Rinconada, al que se suma el de Vargas con jacuzzis incorporados (anote, señor Ripley), llega en momentos cuando el Universitario ha estado recibiendo holgadamente una cantidad de aficionados nada comparable con los grande llenos de décadas del siglo XX.
Se anuncia que ahora vendrá el Estadio Nacional de Fútbol de Venezuela. De modo que el derroche en esta área va a continuar sin que la economía y por tanto la ciudadanía tenga un respiro frente a la galopante inflación. ¿Y las 153 obras inconclusas entre estructuras sanitarias, educativas y de transporte, contabilizadas en trescientos dieciséis mil millones de dólares ($ 316.000.000.00) para cuándo quedarán?
Una obra para el relumbrón, para el encandilamiento propagandístico que en absoluto llama a engaño sobre las condiciones verdaderamente calamitosas en la que estamos viviendo los venezolanos, los que estamos en territorio nacional y las que tienen que sufrir buena parte de los 7 millones que abandonaron agónicamente su patria.
Ya veremos si habrá público en el futuro para llenar las inmensas graderías repartidas en varios pisos del estadio de La Rinconada, hoy solamente superado en capacidad por el de La Habana (qué casualidad). Lo que sí podemos apostar es que a pesar de que no fue construido con dinero del PSUV y por lo tanto no le pertenece, será utilizado a exclusividad por ellos para sus eventos políticos electorales, como lo hicieron antes con el Teresa Carreño o el Teatro Municipal. ¿Cuánto quiere apostar?
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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